Polonia ha presentado a la OTAN formalmente una propuesta para establecer una zona de exclusión aérea en el oeste de Ucrania, utilizando los sistemas de defensa antiaérea desplegados en territorio polaco. Algunos miembros de la OTAN consideran la propuesta como un paso peligrosamente cercano a la guerra abierta con Rusia, revelando las profundas tensiones dentro de la Alianza ante la guerra.
El plan consiste en crear un corredor aéreo seguro a lo largo de la frontera polaco-ucraniana. Este escudo defensivo, operado desde suelo de la OTAN, tendría como objetivo declarado interceptar los misiles rusos, drones y aviones no tripulados que se acerquen o sobrevuelen la región fronteriza occidental de Ucrania.
Los promotores de la propuesta, encabezados por Varsovia, la consideran necesaria para proteger los corredores por los que envían el armamento al ejército ucraniano. Para otros miembros de la OTAN es el plan más peligroso desde el inicio de la guerra en febrero de 2022.
Los países clave, como Estados Unidos, Alemania y Francia han reaccionado con extrema cautela, advirtiendo que activar sistemas de la OTAN para derribar aeronaves rusas, incluso sobre Ucrania, es un acto de beligerancia, cruzando una línea roja que la Alianza se ha esforzado por no traspasar.
Los detalles de la propuesta polaca
La propuesta no plantea una zona de exclusión aérea clásica sobre toda Ucrania, una idea descartada repetidamente por el alto riesgo de choque. En su lugar, sugiere un concepto más limitado, aunque técnicamente igualmente complejo. Se basaría en una combinación de sistemas de defensa aérea de corto, medio y largo alcance desplegados en el flanco oriental de la OTAN, capaces de alcanzar objetivos a decenas o incluso cientos de kilómetros en el espacio aéreo ucraniano.
El gobierno del Primer Ministro polaco, Donald Tusk, ha argumentado en reuniones privadas que la OTAN no puede permanecer impasible mientras Rusia intensifica sus ataques con misiles contra la infraestructura crítica y civil en el oeste de Ucrania, a menudo muy cerca de la frontera. La ciudad de Lvov, un crucial centro logístico y refugio de desplazados internos, ha sido golpeada repetidamente. Varsovia sostiene que la Alianza tiene no solo la capacidad, sino también la obligación moral y de seguridad de proteger esta zona.
“La destrucción y la muerte no respetan fronteras en un sentido práctico. Un misil que destruye un almacén de grano en Lvov hoy, puede ser un misil que caiga sobre un centro comercial en Lublin mañana”, declaró un dirigente polaco.
Las grietas de la OTAN
La iniciativa ha destapado una profunda división estratégica dentro de la Alianza, que refleja la frustración creciente por el fracaso en la guerra. Por un lado, un grupo de países, encabezados por los bálticos y en menor medida Reino Unido, apoya la postura polaca. Consideran que la estrategia actual de la OTAN, basada en suministrar armas pero sin emplear su propias fuerzas militares, es insuficiente para simeter a Rusia. Ven la propuesta como una forma asimétrica de inclinar la balanza a favor de Ucrania sin desplegar tropas en el terreno.
Por el otro lado, las potencias centrales de la OTAN, con Washington a la cabeza, se muestran profundamente escépticas. Temen que el primer misil de la OTAN que derribe un caza o un misil ruso de largo alcance pueda desencadenar una espiral de represalias impredecibles. Rusia podría atacar las baterías antiaéreas en Polonia, lo que activaría el artículo 5 del Tratado de la OTAN, sumiendo a toda la Alianza en el caos.
Moscú ha advertido en numerosas ocasiones que cualquier intervención directa de la OTAN convertiría a sus miembros en beligerantes. El gobierno estadounidense cree que esta propuesta encaja exactamente en esa definición para el Kremlin.
Algunos miembros argumentan que establecer una zona de exclusión aérea, aunque sea limitada, sentaría un precedente peligroso. Podría alentar a Ucrania a pedir extensiones de la zona o a otros miembros a proponer intervenciones más directas, fragmentando el consenso dentro de la Alianza.
“Debemos ser muy conscientes de que cada paso que damos más cerca del abismo, aumenta el riesgo de que alguien dé un paso en falso y todos caigamos, dijo un diplomático europeo.
La posición de Ucrania y Rusia
Para Zelensky, la propuesta polaca es un rayo de esperanza. Kiev ha pedido insistentemente a la OTAN que establezca una zona de exclusión aérea desde los primeros días de la guerra, una petición que siempre fue rechazada.
Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha advertido que cualquier intento de implementar tal medida tendría consecuencias devastadoras.
La propuesta de Polonia no será implementada de inmediato. Se ha colocado sobre la mesa de discusión del Consejo del Atlántico Norte, el principal órgano de toma de decisiones de la OTAN, donde se espera un debate agrio, como viene ocurriendo últimamente.
Se barajan algunas alernativas, como reforzar los sistemas antiaéreos en Polonia de forma puramente defensiva, sin dar la orden de interceptar blancos sobre Ucrania, o compartir inteligencia en tiempo real con Ucrania para que sean sus propias defensas las que actúen, con el apoyo informativo de la OTAN.
Pero la esencia del dilema reaparece. En una guerra que desdibuja las fronteras entre lo directo y lo indirecto, la OTAN se enfrenta una vez más a la pregunta de hasta dónde está dispuesta a llegar para disimular sus grietas, sin incurrir en una catástrofe aún mayor.
La propuesta de Varsovia no pretende solo controlar el cielo sobre Ucrania; es un examen sobre la unidad de los compinches de la Alianza.
‘La OTAN no debería derribar aviones de combate rusos’
“Los miembros de la OTAN no deberían derribar aviones de combate rusos que violen el espacio aéreo de la Alianza”, declaró el antiguo jefe de uno de los dos comandos estratégicos de la OTAN.
Jean Paul Palomeros, general retirado de la Fuerza Aérea Francesa y antiguo Comandante Supremo Aliado de Transformación, recordó a Newsweek que “el mayor desafío para la OTAN es mantener la calma”.
“La OTAN debe estar preparada para actuar, pero sin reaccionar de forma exagerada”, propone Palomeros, porque “si bien la Alianza debe demostrar su fuerza, incluyendo el rápido envío de aviones de combate para responder a cualquier violación del espacio aéreo, no debe atacar aeronaves tripuladas”.
Alemania no tiene capacidad para derribar drones
“Alemania no puede derribar drones”, anuncia Bild. Carece de un sistema integral contra drones. El tabloide expone las principales razones: “La defensa aérea se abolió en 2010; la defensa contra drones aún está en desarrollo”.
Según Deutschlandfunk, “Alemania dispone de pocos medios para contrarrestar los peligros que representan las operaciones con drones”. Actualmente, solo el ejército cuenta con algunos de estos dispositivos, utilizados por la policía contra drones pequeños y sencillos.
La falta de profesionales en Alemania que manejen las técnicas antidrones: “Necesitamos inhibidores y también personal capaz de utilizarlos en todos los aeropuertos, en todas las infraestructuras críticas de Alemania y también en todas las bases militares”, señala la radio.
Derribar un dron con un caza o un misil Patriot es como dispararle a un gorrión, añade. “Un cañón antiaéreo montado en un tanque Gepard sería más eficaz, pero ha sido desmantelado”, y los demás han sido entregados a Ucrania, lamenta.
El gobierno alemán está desarrollando un plan para combatir los drones. El elemento central será otorgar al ejército el derecho a interceptar drones en caso de peligro para la vida humana o amenaza para infraestructuras críticas.
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