El festival de Locarno ha estrenado un documental del cineasta suizo-irakí Samir Jamal Al Din que arroja luz sobre la inmigración italiana en la Suiza de la posguerra. Se titula “La prodigiosa transformación de la clase obrera en extranjeros” y es una historia de racismo, xenofobia y resistencia obrera.
Todas las entradas agotaron para las cuatro proyecciones del documental. Los medios de comunicación suizos e italianos se deshicieron en halagos porque no hay muchas películas así, que expongan la naturaleza clasista del trabajador emigrante, que subyace bajo su apariencia racial.
El cineasta nació en Bagdad en 1955 y en una entrevista (*) relata que su abuelo se inventó el apellido porque se trasladó a la ciudad iraquí de Najaf para estudiar la ley islámica. En árabe Jamal Al Din significa “la belleza de la religión”. El cinesta se ha quitado el apellido y se ha quedado con “Samir”, que designa en árabe al que cuenta historias a la tribu alrededor de una hoguera por la noche en el desierto.
Cuando tenía seis años, Samir emigró a Suiza porque su madre era suiza. Pero había perdido la nacionalidad al casarse con un irakí. La recuperó tras contraer nuevas nupcias con su segundo marido, un ciudadano suizo. Entonces a Samir le concedieron también el pasaporte suizo… después de una paliza de la policía en la que le llamaban “Papierlischwiizer”: le consideraban suizo sólo por los papeles.
Con la mayoría de edad, Samir vivió en el barrio obrero de Dübendorf, cerca de Zurich, donde frecuentaba los locales de los sindicatos y los partidos de la izquierda domesticada. En el centro de la imagen de portada aparece el cineasta de joven con su hermano pequeño al hombro, en los años sententa, durante una manifestación del sindicato suizo de tipógrafos.
Samir sabe de lo que está hablando y su documental es casi autobiográfico. Denuncia que la destrucción de la clase obrera es obra de las propias organizaciones que se reivindican “de clase”, y se ejecuta en nombre de la propia clase. Las organizaciones reformistas reproducen las políticas dominantes para desarticular a la clase obrera y mantenerla dividida y desorganizada.
Durante décadas, a los trabajadores emigrantes se les abandonó a su suerte, en Suiza como en otros países europeos. No tenían el apoyo ni de las organizaciones obreras suizas ni de su propio país. La mayor parte de ellos eran italianos, pero el Partido Comunista Italiano, por ejemplo, solo se acordaba de ellos durante las elecciones.
Una de las principales aportaciones de la lengua alemana de la posguerra al racismo institucionalizado es el término “Überfremdung”, que significa —literalmente— infiltración extranjera, en referencia a una “inmigración excesiva”. Originalmente la voz se acuñó a principios del siglo XX, en los años treinta lo adoptaron los partidos fascistas. En su acepción moderna el término resucitó a mediados de la década de los cincuenta, cuando a las primeras oleadas de “Gastarbeitern” (trabajadores invitados) italianos siguieron otras procedentes del sur de Europa (España, Portugal y Grecia).
En los setenta se convocó un referéndum en Suiza, conocido como la “Iniciativa Schwarzenbach”, por el nombre de un político fascista local James Schwarzenbach, que quería limitar la población extranjera al 10 por cien del total y expulsar a los “excedentes”, que entonces eran unos 350.000 trabajadores.
La mayoría votó en contra, pero un 46 por cien votó a favor.
En su documental Samir muestra unas imágenes en las que el ministro federal de Economía —el mismo que había invitado a los emigrantes a ir a trabajar a Suiza— dice en la televisión que hay que poner fin a la avalancha de emigrantes.
El capital necesita eso mismo que le repugna, la fuerza de trabajo, y la explotará con tanta más intensidad cuanto más le repugne.
Por su parte, los sindicatos y organizaciones “de clase” siguen como siempre, en Suiza y en el resto de Europa. La nueva presidenta del mayor sindicato suizo, la UNIA, es Vania Alleva, hija de inmigrantes italianos, también aparece en el documental.
La nueva ola de emigrantes, procedentes de los países balcánicos o el norte de África, se encuentra a su llegada con el mismo muro. Pero muchos de quienes ahora lo sostienen son los de la primera ola.
(*) https://qantara.de/en/article/interview-filmmaker-samir-iraqi-odyssey