La policía australiana ha detenido a una mujer embarazada en su casa, delante de sus hijos, por el “crimen” de convocar una protesta contra el confinamiento en su muro de Facebook.
La detención fue grabada en un vídeo que muestra a la policía entrando en la casa de la mujer, Zoe Buhler, y presentándole a ella y a su marido una orden de registro.
Le informan de que quedaba detenida por “provocación” y le esposan.
La mujer les explica que está embarazada y que debe hacerse una ecografía dentro de una hora, pero la policía mantiene la detención por publicar un mensaje en Facebook convocando a una manifestación contra el confinamiento.
La mujer explica que le encantaría borrar su publicación, pero uno de los policías le responde que “ya ha cometido el delito”. Luego le informa de que la orden de registro les autoriza a “incautar todos los ordenadores y todos los dispositivos móviles que tenga”.
La mujer se echa a llorar y afirma: “No me di cuenta de que estaba haciendo algo malo, es ridículo”.
No es la primera australiana a la que han registrado su vivienda y que ha sido detenida por organizar una manifestación. Dos días después, la policía detuvo también en su vivienda a James Bartolo, otro organizador de las protestas contra el confinamiento.
En Australia la ley marcial aprobada con el pretexto de la pandemia otorga a la policía la facultad de retirar a los niños de la custodia de sus padres para garantizar el cumplimiento de las normas sobre el coronavirus.
La policía de Melbourne ha anunciado que utilizará drones de vigilancia para capturar a las personas que no lleven mascarillas y para rastrear los coches y bicicletas que se desplacen a más de 5 kilómetros de sus domicilios.
También han concedido a la policía la facultad de entrar en los hogares de las personas sin una orden judicial, así como de realizar controles puntuales de cuarentena.
Mientras tanto, otro video de Australia muestra a un hombre detenido por estar en el jardín de su vecino y negarse a identificarse.
En Australia como en España, el terrorismo de Estado ya está en marcha y no sería posible sin el silencio y la complicidad de unos colectivos y medios absolutamente domesticados y serviles hasta la náusea que, para lavar sus responsabilidades, se dedican a denostar a los críticos.
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