Desde la década de los noventa, además de su relación especial con Estados Unidos, Japón ha reforzado considerablemente su cooperación militar con la OTAN, lo que resulta extraño en una Alianza que debería ser puramente regional y ceñida al Atlántico norte, como su propio nombre indica.
La Carta de la ONU sólo autoriza los bloques militares regionales, algo que la OTAN lleva décadas vulnerando y que, desde luego, es contrario al derecho internacional. Incluso se opone al propio tratado fundacional, cuyos artículos 5 y 6 limitan su perímetro de alcance.
A pesar de ello, el pasado mes de diciembre, Japón se sumó a Reino Unido e Italia en el desarrollo de un avión de combate de sexta generación dentro del Programa Aéreo de Combate Globa, que fusiona los proyectos Tempest y F-3.
En 2013 ambas partes firmaron una declaración política conjunta en la que afirmaban su determinación de reforzar su cooperación para hacer frente a los retos de seguridad “comunes” en los ámbitos de la ciberseguridad, la seguridad marítima y la no proliferación nuclear.
El vínculo se reforzó aún más al año siguiente, cuando Japón fue admitido en la Plataforma de Interoperabilidad, que reúne a los Aliados y a los países socios que contribuyen activamente a las operaciones de la OTAN. Desde entonces Tokio cuenta con un oficial de enlace en el Mando Marítimo Aliado.
Más recientemente, la OTAN y Japón han acordado que la seguridad de Europa y Asia están “estrechamente vinculadas”. En su estrategia, publicada el año pasado, la OTAN afirmó que China estaba aplicando “políticas coercitivas […] contrarias a [sus] intereses, [su] seguridad y [sus] valores”.
Esta opinión es compartida por el gobierno de Tokio que, además, mantiene relaciones complicadas con Moscú por un contencioso relativo a las islas Kuriles.
Está previsto que Japón sea admitido en un “programa de asociación individualizado” en la próxima cumbre de la Alianza, que se celebrará en Vilna los días 11 y 12 de julio.
La OTAN tiene una propuesta encima de la mesa para abrir una oficina en Tokio. Francia se opone a ello para no enfrentarse con China. No obstante, si la OTAN sigue ampliando su radio de acción, como hasta ahora, otros países de la región -empezando por Corea del sur- podrían sentirse tentados de seguir abriendo más “oficinas”.
La Alianza imperialista se está especializando en crear avisperos allá por donde pasa.