En una conferencia de prensa celebrada tras la cumbre de la Unión Económica Euroasiática en Bishkek, la capital de Kirguistán, Putin aclaró la estrategia rusa de disuasión, consecuencia de la introducción de los misiles hipersónicos en los campos de batalla.
Desde hace tiempo Estados Unidos tiene una estrategia de “decapitación” contra los sistemas de mando y control rusos y chinos, que forma parte de la doctrina del ataque preventivo o de golpear en primer lugar de manera demoledora, de tal manera que no conceda oportunidad a ninguna réplica por parte de Rusia o China.
Rusia no tiene un planteamiento parecido, aunque en la actualidad, dispone de misiles hipersónicos más eficaces que los estadounidenses, por lo que “quizá deberíamos plantearnos adoptar los avances y las ideas de nuestros socios estadounidenses a la hora de garantizar la seguridad”, dijo Putin.
“Si estamos hablando de este ataque de decapitación, entonces tal vez deberíamos pensar en seguir los logros de nuestros socios estadounidenses, sus ideas para garantizar nuestra propia seguridad”, señaló Putin. “Estamos empezando a pensar en ello, mientras que ellos llevan años hablando públicamente de ello”, añadió.
El plan estratégico ruso sería lanzar un ataque preventivo de decapitación “subnuclear”, utilizando misiles hipersónicos guiados con carga convencional. Ni Rusia ni China necesitarían recurrir a las armas nucleares. Tampoco necesitarían renunciar a su compromiso de no ser los primeros en lanzar ese tipo de bombas de destrucción masiva e indiscriminada.
Las armas hipersónicas suponen un grado más de disuasión, justo por debajo de la nuclear y con efectos parecidos. Debido a su fantástico poder de choque, los misiles hipersónicos pueden alcanzar con ojivas convencionales una capacidad destructiva sobre objetivos bien identificados, equivalentes a los de una bomba nuclear, pero sin unos daños colaterales tan grandes.
A diferencia de Estados Unidos, Rusia puede decapitar con un primer ataque sin recurrir al armamento nuclear. Puede golpear de forma selectiva y quirúrgica para destruir los centros de control y mando (militares y políticos) de las fuerzas estratégicas de Estados Unidos.
En caso de escalada, existe un nivel intermedio entre la guerra convencional de alto nivel y la guerra nuclear. Rusia podría descabezar, total o al menos parcialmente, a la dirección política y militar de Estados Unidos, conservando al mismo tiempo su arsenal nuclear intacto.
Desde 2018 el Pentágono es consciente de que los rusos y los chinos les han sacado ventaja en la técnica militar hipersónica. El almirante Richard, jefe del Mando Estratégico, declaró hace muy poco que por primera vez los rusos les superaban en factores clave del dominio estratégico.
Si este análisis es correcto, explicaría ciertos ataques llevados a cabo en Siria y Ucrania, pero no sólo los disparos de los rusos a larga distancia sino también la correspondiente respuesta de la OTAN sobre el territorio ruso. Los rusos prueban las defensas antiaéreas de la OTAN y la OTAN hace lo propio con las rusas.
Por ejemplo, el aeródromo de Dyagilevo está a más de 500 kilómetros del territorio controlado por Ucrania, mientras que el de Engels está a unos 700 kilómetros en el interior de Rusia. Ambos aeródromos fueron ampliamente fotografiados a principios de este mes por los satélites de Maxar, una empresa privada que trabaja para el Pentágono.
Este tipo de ataques de la OTAN son muy pequeños y no tienen ninguna influencia sobre el curso de la guerra. Es lo que el Pentágono llama “una provocación sigilosa”. Están probando las defensas antiaéreas rusas. Rusia es capaz de atacar en profundidad, pero ¿puede también defenderse de manera eficaz?