El año pasado el Instituto ya indicó la degradación de las condiciones de vida en el país balcánico y el aumento de las desigualdades sociales, que crece sin freno.
Según la ONG Seguridad Nacional para los Niños, el 54 por ciento de los menores de 5 años ya conocen las privaciones en diversos grados. La mitad de los niños búlgaros no pueden abandonar su casa ni durante una semana durante las vacaciones escolares. Dos de cada cinco niños no tienen un lugar en su casa para estudiar ni hacer sus deberes escolares.
Tras la caída del socialismo, Bulgaria languidece lentamente. En los hogares las familias ya no pueden quemar leña para calentarse en el invierno y lo hacen con viejos neumáticos y plásticos, lo que inunda las ciudades con un humo denso y contaminante.
Pernik, una localidad al oeste de Bulgaria de 80.000 habitantes, fue calificada como la ciudad más contaminada de Europa en 2014 por Agencia Ambiental Europea. La mitad de los días del año la ciudad supera las normas ambientales máximas que imperan en la Unión Europea, provocando toda clase de enfermedades cardiovasculares y pulmonares.
La capital europea más contaminada es Sofia. En 2011 cuatro de las cinco ciudades europeas más contaminadas son búlgaras. Bulgaria tiene el mayor índice europeo de óxido de carbono y dióxido de azufre en el aire.
Las ciudades búlgaras tienen instalaciones para calefacción de gas, pero su precio es tan desorbitado para la inmensa mayoría de la población, que recurren a las viejas chimeneas, donde queman todo lo que encuentran en los vertederos.
En Vratsa, una ciudad de 70.000 habitantes, el sistema de calefacción por gas sólo la pueden pagar 250 hogares. Los más pobres se introducen en viejas minas de carbón abandonadas para calentarse.