Recientemente se ha celebrado en Singapur una reunión de países del sudeste asiático sobre la militarización del dólar. Inclusos los más fieles aliados de Estados Unidos están preocupados por las sanciones, los embargos y el uso continuo del sistema financiero internacional como un arma en manos de Estados Unidos. Ese arma puede volverse en contra de cualquiera.
George Yeo, antiguo ministro de Asuntos Exteriores de Singapur, afirmó que “si se militariza el sistema financiero internacional, se desarrollarán alternativas para sustituirlo”.
Otro antiguo ministro indonesio, Thomas Lembong, elogió a los bancos centrales del sudeste asiático por crear sistemas de pago digitales con monedas locales. También pidió nuevas formas de evitar la dependencia del dólar. “Hace tiempo que creo que la diversificación de las monedas de reserva es absolutamente esencial”, afirmó Lembong.
Como se ve, las críticas no proceden de China o Rusia. La mayor parte del mundo piensa igual. Los países del Sudeste Asiático acumularon grandes reservas de dólares para evitar una retirada masiva de depósitos de los bancos locales e importar alimentos y petróleo para las épocas de crisis.
Ahora esos dólares les queman en las manos porque Estados Unidos los utiliza para castigar a los países que no apoyan sus políticas internacionales. Todos quieren reducir su dependencia del dólar, lo que significa un dólar más débil y quizá más inflación en el futuro.
También significa que los precios del oro seguirán subiendo, ya que el oro no se puede volver contra el que lo tiene en su poder. Todo lo contrario. El oro es el único dinero, en el sentido en el que definió Marx hace mucho tiempo. Abastecerse de oro es un medio de protegerse de las convulsiones y las amenazas, tanto políticas como económicas.
Es algo a tener muy cuenta cuando determinadas mercancías, como el oro, se convierten en un arma de guerra, como está ocurriendo ahora.