La leyenda de los Uturuncos

En el mes de diciembre de 1959, un ataque a la comisarla de Frias, Provincia de Santiego del Estero, fue el bautismo de fuego de un movi­miento político miltar desconocido llamado «Uturuncos».

Este es un artículo nunca publicado del autor, antiguo colaborador de este blog fallecido en 2020, y redactado en 2014, que publicamos de manera póstuma, y que fue encontrado entre sus papeles.

En ese ataque, no hubo víctimas ni se utilizó fuerza alguna. Sólo se utilizó una falsa ametralladora de mano de madera, que imitaba una real. El grupo, que estaba comandado por el Comandante Puma, que era el nombre de guerra de Feliz Serravallle y por Genaro Carbajal, era de inspiración peronista, y formaban parte del mismo 22 personas, reclutadas en Santiago del Estero, Tu­cumán y Catamarca.

Su primera intención era tomar la comisaría de policía de Santiago del Estero, pero la escasez de pertrechos les obliga a cambiar de objetivo por uno más modesto, y eso los lleva a Frias, una ciudad más pequeña, donde su objetivo era más fácil de lograr.

¿Pero quiénes eran los Uturuncos? Hagamos un poco de historia. Primero tengamos en cuenta qué pasaba en Argentina en ese tiempo, y qué pasaba en el mundo, y sobre todo cuál era la relación de fuerzas.

En Argentina gobernaba Arturo Frondizi; jefe de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), que había llegado al gobierno de la Na­ción con el peronismo ilegalizado, y gracias a un pacto entre el propio Frondizi, Rogelio Frigerio y Perón, que vive exiliado en Madrid.

Arturo Frondizi, era el autor de un libro que se llamaba Petróleo y Política, donde denunciaba a los intereses de las multinacionales petroleras y su accionar contra el país, y sobre todo su interés
en quedarse con YPF. Su discurso era atractivo para las masas y se basó en denunciar las maniobras del gobierno militar de Aramburu y Rojas contra las grandes mayorías de orientación peronista.

Rogelio Frigerio, era el dueño de una cadena de tiendas de venta de ropa, y fabricaba pantalones, y era el ideólogo de lo que se conoce como «desarrollismo», que consistía en dejar que los capitales extranjeros se hicieran con las empresas públicas, porque de todas maneras estas iban a seguir funcionando igual, pero con su nuevo dueño.

Frondizi y Frigerio forjan una alianza política con el General Pe­rón, que desde su exilio madrileño da instrucciones a sus seguidores para que voten a Frondizi y Gómez, que era su candidato a vicepresidente, y que triunfa, gracias a los votos del peronismo.

Pero, una vez instalado en la Casa Rosada, Frondizi traiciona a Perón, que esperaba la legalización del Movimiento Justicialista, y se entrega totalmente a las teorías desarrollistas de Frigerio, haciendo todo lo contrario de lo que había pregonando en su campaña electoral. A tanto llega su traición, que manda a retirar su 1ibro Petróleo y Política.

En el orden internacional, hacía ya un año que Fidel Castro y los «barbudos» habían bajado de la Sierra Maestra, y gobernaban Cuba con un sesgo cada vez más contrario a los intereses de los Estados Unidos. La guerra de Vietnam estaba en su apogeo, y el ejército norteamericano había ya enviado a 500 mil militares a esa guerra con la intención de ahogar en sangre a la guerrilla del Vietcong.

La guerra de liberación de Argelia estaba en su apogeo, y en Fran­cia cada vez era mayor el número de franceses que se oponían a la misma.

En América Latina, además se acababa de comenzar una guerra de gue­rrillas en Perú, al mando de Luis de la Puente Uceda y de Hugo Blanco, que estaban poniendo en jaque al ejército de ese país.

El peronismo, que había sido traicionado por Frondizi, se debatía entre un nacionalismo de derecha y un nacionalismo de izquierda, y los apoyos militares que Perón tenía dentro de Argentina, se inclinaban por un nacionalismo de derecha, y por un fuerte anticomunismo que le llevaba a proclamar que «ni yanquis ni marxistas, peronistas», pretendiendo ahuyentar toda sospecha de izquierdismo.

En estas circunstancias aparecen los Uturuncos, dentro de los cua­les palpitaban esas opciones. Utilizan uniformes militares de fajina, y su emblema es una bandera argentina, que en vez del sol tradicional luce una estrella federal de de ocho puntas, para no ser confundida con la estrella de cinco puntas soviética.

La estrella Federal era el emblema de Juan Manuel de Rosas y de la Sociedad Patriótica conocida como «La Mazorca». Este emblema hace inconfundibles a los Uturuncos como una organización de derecha peronista.
Pero obviamente, esto los aleja de las masas, que no ven a los Uturuncos como una herramienta de liberación, y eso hace que solo sean un movimiento anecdótico.

Pero ese movimiento anecdótico, era el primer intento de armar una guerrilla popular, y la experiencia sirve para que en un segundo intento, en Taco Ralo (Tucumán), esta vez comandado por el pe­riodista castrista Jorge Mazzetti, la ideología se radicalice y abra las puertas a unas nuevas experiencias, esta vez de la mano de la Juventud Peronista, que es la columna vertebral de la organización Montoneros, que logra hacer una síntesis ideológica entre el peronismo corno expresión nacional del movimiento de masas, fun­damentalmente como como vanguardia de la clase obrera y del movi­miento de liberación, y el nacionalismo de izquierda, que brillantemente explicó uno de los mejores pensadores de nuestro país, co­mo fue Juan José Hernández Arregui cuya obra Nacionalismo y Liberación recomiendo vivamente.

Pero explicado esto, volvamos a 1959, y al fracaso de los Uturuncos. Perón desde su exilio, había designado a un delegado, que era el Doctor Jhon William Cooke, que estaba armando un nuevo peronismo
de perfiles revolucionarios, y escorado fuertemente hacia los movimientos de liberación de Asia y Africa, que habían cristalizado en la reunión de Nandung (Indonesia) donde tiene nacimiento el Movimiento de los Paises No alineados, y que contó con la presencia de Gamal Abd El Nasser, Jawaharlal Nehru, Ahmed Sukarno y Josip Broz Tito. Eso ocurrió en 1955.

Cooke, era un político de un país del tercer mundo, y la Argentina oficial pretendía convencernos que éramos europeos, que nada teníamos que ver con Bolivianos o Paraguayos. Eso significaba nada más y nada menos que renunciar a nuestras raices; y Cooke mediante ese acercamiento, nos introduce en el camino correcto, que es de la lucha de los pueblos colonia­les por su liberación.

Y Argentina es uno de ellos.

Por otro lado, estaba el sector militar del peronismo, dirigido por el General Miguel Angel Iñiguez, que había prometido a los Uturuncos, que como consecuencia de su acción en la comisaría de Frias, se iban a producir levantamiento de guarniciones militares dirigidas por oficiales leales a Perón en nuenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Tucumán y Catamarca.

Nada de eso se produjo, no se disparó una sola bala, ni se movió un solo soldado, y los Uturuncos fracasaron y fueron cayendo uno a uno en manos de la policía y del ejército.

Esa experiencia fracasa por falta de medios, por falta de preparación militar, pero sobre todo fracasó por su desconexión con las masas, y esa desconexión de las masas se produce por no tener una ideología cercana a las mismas, que nunca vieron en los Uturuncos a aquellos que los llevarían a su liberación.

Su principal dirigente Felix Serravalle murió en el olvido en el año 2008, a los 78 años de edad, en Santiago del Estero.

Fuente: Artículo original

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