Las formas de dominación se favorecen de tal manera que la burguesía suspira porque surjan dramas, como la voladura de las Torres Gemelas, o virus asesinos, hasta el punto de que si no aparecen conviene iniciarlos, magnificarlos e incluso inventarlos.
En Gran Bretaña la Ley sobre el Coronavirus recién aprobada (*) ha desatado, como es habitual, una campaña de prensa para dejar claro a los más temerosos que “no crea un estado policial” y que las facultades extraordinarias otorgadas a la policía y los militares “sólo” van a durar dos años.
Como todo lo que concierne a esta pandemia, también esa campaña de prensa es falsa, para lo cual no hace falta más que leer el artículo 89, que aclara las partes que son temporales, las que no lo son y las que pueden ser prorrogadas con diferentes pretextos y argucias del Primer Ministro o de cualquier otro miembro del gobierno que lo estime necesario.
Como consecuencia de ello, una cuarta parte (y quizás más) de toda la Ley nunca expirará, por más que la pandemia remita, deje de haber muertos, vacunen a toda la población en masa y los hospitales se vacíen.
Las leyes de emergencia se aprueban para formar parte del elenco represivo de forma permanente. “Per omnia saecula seculorum”, decían los jurisconsultos romanos.
Desde hace siglos un capítulo fundamental de toda ley marcial, pero especialmente en Gran Bretaña, es siempre la impunidad: lo que hagan o dejen de hacer quienes toman las decisiones y las ejecutan no son cuestiones sometidas a responsabilidad. El gobierno y sus funcionarios no rinden cuentas, tienen carta blanca para hacer cualquier cosa, algo que se puede denominar de muchas otras maneras, como “patente de corso” o impunidad.
Pues bien, varias secciones de la Ley británica aclaran que la carta blanca es permanente: los funcionarios públicos están eximidos de responder por cualquier daño que causen a un paciente que esté siendo tratado por el coronavirus e incluso de cualquier otra enfermedad de la que se “sospeche” que pueda estar relacionada con el coronavirus.
En otras palabras, la responsabilidad médica ha desaparecido, tanto para los médicos como para los hospitales. Si matas a un enfermo ya no hay consecuencias, lo puedes seguir matando tranquilamente tal y como ordenan los protocolos sanitarios que el propio gobierno ha aprobado.
Por ejemplo, si alguna multinacional inventa una vacuna, el gobierno puede acelerar su aplicación a los enfermos (y a los sospechosos) sin necesidad de seguir los protocolos habituales de seguridad. Por decirlo en román paladino: podemos utilizar a los enfermos y sospechosos de contagio como ratones de laboratorio.
¿Necesitan Ustedes más ejemplos? Vean: los artículos 59 a 70 permiten dar un golpe de Estado ya que el gobierno puede aplazar las elecciones y esa facultad no tiene un plazo de caducidad. El golpe de Estado es una amenaza que se quedará para siempre. “Per saecula seculorum”.
(*) http://www.legislation.gov.uk/ukpga/2020/7/section/89/enacted