Federico Rotter
Sabemos que los pacos [policías] son asesinos, que tienen una euforia y descontrol por lastimar jamás vista más que en guerras de Medio Oriente.
Existe lo que se llama la “primera línea” que son pibes y pibas que bancan todo choque para que sus familias, amigos y hermanos chilenos puedan manifestarse libremente sin tanto peligro.
Reciben tratos vejatorios de toda índole: viven arrojándoles agua de los hidrantes que vuelvo a insistir que cuando no te lastima por presión, la hacen rebotar contra el piso para que te lastimen vidrios u objetos contundentes del piso por rebote, te tiran esa agua química que no sólo tiene lacrimógena y gas pimienta, suelen mezclarla con ácido muriático, soda caustica, químicos que se niegan a decir sus compuestos.
Después junto con esos tres camiones, que llaman guanacos, les lanzan un camioncito que sólo tiene gas (zorrillo). Ese gas es extremadamente tóxico. Hemos tenido nuestras máscaras preparadas con filtros para armas químicas y aún así a los 30 segundos tuvimos que alejarnos, ese gas te quema los pulmones. La sensación de asfixia es tal que parece que te va a agarrar un infarto y te vas a desmayar.
Pero la primera línea sigue soportando con sus pañuelos y antiparras.
Junto con estos elementos de tortura, existe una tanqueta más, que lanza lacrimógenas a la altura de la cara desde 80/100 metros. Hemos visto chicos como quedaban inconscientes / muertos / tirados por los golpes directos a sus rostros.
Cuando la primera línea aún resiste todo, vienen los pacos, como una manada descontrolada de salvajes que empiezan a los palazos, a agarrar y detener a quién sea y reducirlos entre 20 a patadas en el piso, sin distinción de género y edad. Los asfixian y pegan en la cabeza.
Ese primer día supimos que iba a ser muy difícil trabajar, que no existía ninguna posibilidad de que pudiéramos cubrir esto sin que sufriéramos las mismas consecuencias que el pueblo. Pero debíamos mostrar la violencia sistemática del Estado.
Cuando ya nada funciona, y aún así de manera estoica la primera línea aunque replegada se mantiene, empiezan a tirar perdigones, directo a la cara. Junto con palazos, gases, químicos, etc. No importa lo legal o permitido. Esto ocurre.
Pero la solidaridad del pueblo chileno en la lucha no cesa. Se protegen entre ellos, hay brigadas de voluntarios, enfermeros, médicos, estudiantes y gente que cura y ayuda a muchos que no quiere ir al hospital porque no confían más en las instituciones.
Hay personas que reparten comida gratuita que preparan desde sandwiches hasta lentejas y agua.
Ese primer día a la hora de la cobertura, me protegí del guanaco que se dirigió exclusivamente a mí a pesar de estar identificada como prensa, y cuando me agaché, me dieron un palazo en la cara, que de no haber tenido los anteojos de alto impacto y casco, me hubieran matado (al día siguiente vimos la marca en las lentes).
Ese día murió mi cámara.
Nuestra amiga y cronista (la mejor de Chile y que ha estado desde el primer día mostrando lo que ocurre en su país) Claudia Andrea Aranda Arellano nos incentivó a persistir.
Tomé el celular y filmé mientras Fede fotografiaba cómo a un chico que pasaba lo tomaban entre 6 y le daban patadas en la cabeza, asfixiándolo y ahorcándolo, hasta que lo metieron en la tenebrosa cuca (una combi negra) de la cuál no sabes si salís vivo.
Desde ese día los pacos pasaron a llamarme la periodista “puta” cada vez que me vieron. Se ensañaron conmigo, por ser mujer, por ser periodista, por estar en primera línea y a 5 metros de los pacos mostrando lo que ocurría.
La violencia fue creciendo.
Gracias al apoyo de muchos colegas y del Colegio de Periodistas de Chile y a la agencia Pressenza para quienes estuvimos y en especial por Claudia Andrea Aranda Arellano logré recuperar la cámara.
También gracias a los amigos de Simonetti (casa de fotografía) que sabiendo nuestras condiciones precarias económicas nos hicieron el trabajo en el día y cobrándonos la mitad por súplica. Allí nos mostraron fotos y nos dijeron que lo que tenía además del golpe era cal, se habían sulfatado los circuitos sobre todo el del fotómetro.
Al tercer día, después de los hechos casi naturalizados por parte del Estado de una represión categoría masacre, logré fotografiar cómo lanzaban del “zorrillo” un químico verde. Aún no se sabe con certeza qué es, pero parece ser un neurotóxico y Claudia que socorrió a un pibe que lo aspiró nos supo decir que quedó con compromiso neuronal. Fede fotografió enfrentando duras amenazas y algunos golpes como detenían a chicos de la primera línea de manera inhumana, tomándolos de la garganta, reduciéndolos entre muchos pacos, a veces le ponían el escudo directamente para que no pudiera fotografiar y lo miraban de manera tal que le hacían entender que en cualquier momento también lo golpearían.
A esta altura ya no cabe aclarar que es intencional y constante la violencia del Estado que busca claramente asesinar y aniquilar a su pueblo que lucha por un sistema social que sea más justo y equitativo.
Y cada vez que nos veían, nos golpeaban y tirabangas, y de nuevo con la puta periodista.
Uno de los días quedamos separados. Fede debía estar muy preocupado porque no llegaba a nuestro punto de encuentro.
Los pacos habían tomado el puente Pío Nono y sin razón nos impedían cruzar. La gente empezó a reclamarles para poder volver a sus hogares. Ya tenía sus elementos de seguridad quitados, eran como las 23 horas y solo quería llegar al punto de encuentro. Cuándo logramos pasar, y al grito de “puta” nos rociaron directamente a la cara a mí y a 3 chicas más. No es un gas pimienta común, es un gas pimienta militar. Intenté filmar como pude lo ocurrido con el celular, y una vez más el Samu me atendió roja y con quemaduras en la cara. Fede estaba esperándome, mostrando con sus imágenes también la brutalidad y cacería llevada adelante por los pacos. Y con mucho respeto fotografiamos a algunos heridos cuidando de no mostrar a quién atendía ni el rostro completo del herido.
Siempre pedimos que se taparan las caras y de ser posibles los tatuajes.
A veces venían “pseudo periodistas” o sea policías encubiertos y nos amedrentaban con que no podíamos filmar o sacar fotos. Nos querían sacar info.
A Fede se le pararon de frente a frente los pacos y lo amenazaron mientras veíamos como vandalizaban un quiosco buscando no se qué. Cuando ya nada fue suficiente empezaron a los piedrazos puros. A enfrentarse a la gente tirándoles piedras y piedras, bolitas de vidrio con gomeras y finalmente perdigones.
Una vez más uno de ellos se acercó a mí, y que soy puta y me tiró al pie, otra vez al Samu a curarme del perdigón que aún hoy tiene la marca en el tobillo derecho, menos mal que usaba borcegos. Pero el pueblo resistió y resiste. Desde hace casi 50 días.
Estuvimos junto a la primera línea, maravillados y sorprendidos de lo heroicos que son. Inclusive debemos admitir que muchas veces con sus escudos nos protegieron del guanaco, sosteniendo como por 30 ó 40 segundos la presión que venía directo hacia nosotros.
Y de nuevo lo mismo, a partir de las 20 horas todos sabíamos que la represión iba a ser extremadamente salvaje.
La comunidad feminista realizó su manifestación, cantando esa canción maravillosa que se ha replicado en el mundo y en distintos idiomas. Denunciaron las terribles violaciones de derechos humanos que también sufren: las violan, las torturan, les hacen sacar la ropa interior y les hacen hacer ejercicios y sentadillas desnudas, las hacen pasear por la cárcel desnudas mientras las tocan, les insertan las armas en la vagina. Pero los chicos también son torturados, muchos han denunciados que le insertan el arman en el ano y los humillan.
Llegó el viernes, vimos como los bombermen, increíbles tipos que toman las lacrimógenas que lanzan y las devuelven o las apagan soportando ellos mismos la ferocidad del gas.
Vimos como mojaban con químicos los elementos de las brigadas médicas de ayuda, que a pesar de estar identificadas, les dañaban y les arruinaban los materiales para que no pudieran curar a la gente.
El viernes la plaza estaba repleta, jamás vimos algo así. Miles y miles de personas, cantaban en paz reclamándole a Piñera lo que creo que es más que elocuente.
Ya eran una semana de que me llamaban puta, me tiraban gas y maltrataban, pero estaba con los chicos de la primera línea. Estábamos los dos en primera línea.
En un momento nos encerraron a todos, éramos varios de prensa. Tratamos de avanzar lo más rápido posible porque sabíamos que no iban a tener piedad hacia nosotros. Cuando terminaron de sacar a la gente, nos pidieron a gritos que nos retiráramos, cuando nos dimos vuelta, nos molieron a palazos, a un colega que le rompieron el omoplato, a Fede que por suerte le dieron en la mochila, y a mí, directamente a la altura de la espalda y pierna hicieron rebotar sus palos con toda fuerza. Fede pudo fotografiar el momento en el que quedé encerrada por los pacos y con mis brazos levantados me identifiqué y avance, y un segundo más tarde la cara del paco que ensañado me lastimó.
En ese momento mi compañera Claudia nos filmó, porque le parecía un gran acto de violencia que merecía ser mostrado. Lloraba, porque me dolía, no porque fuera débil o mujer, lloraba de la impotencia, porque había perdido contacto con Fede que no sabía si su integridad física estaba comprometida, lloraba porque el aire tóxico no me permitía respirar estaba toda roja, me tuve que sacar los elementos de protección para que me revisaran. Lloré y Federico furioso se expresó porque hacía más de una semana que no paraban de atacarme por ser mujer y estar en primera línea.
Se y estoy consciente de que estos hechos pueden ocurrir, eso no quita que duela menos.
Unos 10 minutos antes de que esto pasara un “colega” no identificado de ChileVisión (así decía sus ropas) me amenazó con que no podía sacar fotos ni filmar. Me parecía hasta hilarante porque todos filman con sus celulares para mostrar lo que ocurre. Parece que más que colega, era un sapo.
Esa noche y la siguiente recibimos miles de mensajes, de apoyo, de cariño, de respeto.
Un día Fede se paró a conversar por unos instantes en la salida del metro Baquedano de la Plaza Dignidad. La gente se horrorizó lo tomó del brazo y lo corrieron. Le explicaron que durante muchísimos días los pacos salían de allí y secuestraban a personas, las torturaban e incluso asesinaban. Así intentaron bloquearla con escombros. Aunque siempre existe el terror de que aún puedan disparar por las rejas y de que certeramente sale de los respiradores de la estación, gases. Jamás sentimos peores energías. Muchas veces evitamos esa zona porque particularmente yo tenía terror y Fede sentía unas vibras horribles que le ponía los pelos de punta.
Salimos los días siguientes.
Se que algunos colegas no lo van a entender, porque piensan que no vale la pena.
La gente se acercó y nos dio su apoyo, nos abrazaron, acompañaron, nos ofrecieron dinero para compensar lo de la cámara (que nos obligaron a recibir), nos protegieron más que nunca y nos pidieron perdón por el pueblo chileno (qué verguenza que pidan perdón cuando sólo están luchando y no hicieron más que colaborarnos). Fue un gesto enorme del pueblo.
En nuestro último día, hice una convocatoria privada por las redes sociales para hacerles retratos a la gente de la primera línea (obviamente tapada porque los pacos tienen reconocimiento facial) y más de 50 personas se nos acercaron y nos permitieron que los fotografíe. Me abrazaron, me hicieron llorar. Fede estaba muy emocionado y profundamente agradecido también, no lo podíamos creer.
Vivimos esos días lo que realmente creo que es un genocidio, el Estado quiere asesinar sistemáticamente a los pobladores que justamente reclaman sus derechos.
Nuestros amigos nos dieron un lugar en una casa comunitaria y nos alimentaron a diario y aguantaron día a día que volviéramos tóxicos y en categoría irrespirable, esperándonos con alguna comida o té, transmitíamos hasta las 4 ó 5 de la mañana y así al día siguiente nos levantábamos y con espíritu y pasión para seguir.
A Fede le quemaron la cara con los gases, aún se le ven las quemaduras. Lo persiguieron y maltrataron.
A Claudia la detuvieron varias veces incluyendo en el toque de queda.
Pero ahí estuvimos y estamos. Porque creemos que esto va más que lo que debemos, podemos y queremos hacer.
Porque es nuestro deber moral como periodistas MOSTRAR ESTA MASACRE y LA RESISTENCIA SIN IGUAL DEL PUEBLO CHILENO, que nos llena de emoción y nos parece ejemplar.
No se si algún día los argentinos tendríamos este nivel de solidaridad entre nosotros mismos y resistiríamos tanto.
No hay cifras oficiales y las que hay son conservadoras porque mucha gente prefiere no atenderse en el hospital por desconfianza a las instituciones. Pero por lo que tenemos entendido, hay más de 50 muertos, y cientos de miles de heridos de todo nivel y más de 2.000 detenidos.
A instancia personal el trabajo fue arduo, cuando no nos lastimaban, los pacos nos ponían de contraluz una fuerte luz blanca para que no pudiéramos fotografiar o filmar. Además de que mucha de la prensa chilena cómplice, no cuenta nada, solo pasan novelas y pavadas para distraer al pueblo. Hermanos, no toda la prensa es igual. Entendemos la dificultad de Ustedes en confiar. Piñera dijo en octubre que estaban en guerra. Y podemos decir que es cierto. Ellos están en guerra contra su pueblo.
El Estado represivo sólo quiere aniquilar a su pueblo.
Hoy se aprobó la ley anticapucha y antibarricada, esto va a hacer que aumente el derramamiento de la sangre. Además de que van a incorporar como tortura, un elemento auditivo que podrá ensordecer a los manifestantes. No basta con haberles sacado los ojos, lastimarlos, matarlos, ahora además quedarán sordos.
SOLO DESEAMOS QUE EL PUEBLO CHILENO RESISTA. HERMANOS, RESISTAN. Ya no hay vuelta atrás. La dignidad que buscan y que han logrado, ya no se les puede quitar. No hay libertad de prensa, no hay libertad de manifestación, sólo hay muerte. Buscan la muerte de sus esperanzas y un pueblo sin esperanzas está vencido.
Y EL PUEBLO UNIDO JAMÁS SERÁ VENCIDO. No importa cuántos días más deben hacerlo, al final DEBEN SER OIDOS por más de que Piñera tenga menos lectura de lo que ocurre que un mono y sus pacos sean asesinos inescrupulosos.
Hoy ya estamos en Argentina. Les agradecemostodo el apoyo, abrazos, mensajes, preocupación y compañía y lucha en la primera línea.
Sin ver mi género ustedes nos dejaron estar a su lado, lucharon a su manera, nosotros con la cámara.
Hemos entregado nuestras imágenes para realizar denuncias a los organismos de derechos humanos y las hemos difundido libremente para que todos sepan que ocurre y se protejan, sin miedo, pero se protejan.
Lo que ocurre en Chile es triste pero maravilloso, sin banderas, juicios y con verdadera convicción luchan en común hacia un fin común. Y el pueblo no tiene precio.
Tenemos a mucha gente que agradecer, al pueblo chileno, a la primera línea, a nuestra mejor cronista y amiga Claudia Andrea Aranda Arellano (que pueden seguir como fuente fiel) que aguantó todo al lado de nosotros, a las brigadas de voluntarios y al Samu que me atendieron día por medio y atienden después de sus trabajos y guardias cansados pero con compromiso, a la casa que nos dio de comer y protección, cariño y amor y hasta un cuarto propio, a Oleg Yasinsky, a Pressenza, al Colegio de Periodistas de Chile, a los abrazos y todo los que nos dieron desconocidos que nos enseñaron mucho, a colegas que nos apoyaron y nos trataron super. Al Consulado de Argentina en Chile que también se ocupó de nosotros.
Perdón familia por lo que habrán sufrido en silencio imaginando lo peor…
Por un Chile más justo, ENCAPÚCHENSE Y SALGAN A LA PLAZA DIGNIDAD.
No permitan que los dividan ni distraigan ni que les vendan espejismos.
¡Gracias y FUERZAS! ¡Hasta la victoria!
¡Gracias por darnos el mejor premio de todos, estar a su lado en su lucha y confiar para fotografiarlos y tomar sus historias!
Mi amor Fede Rotter gracias por haberme acompañado. Tu registro fotográfico es maravilloso y exhibe la violencia que padece el pueblo chileno. También arriesgaste tu vida por Chile.
https://desinformemonos.org/hablemos-de-la-guerra-quimica-en-chile-fotografos-argentinos/
Más información:
– Un tribunal chileno prohíbe que los Carabineros lancen gases tóxicos a los manifestantes
– El lanzamiento de marcadores químicos contra los ‘chalecos amarillos’ en las manifestaciones