Poco después el 27 de octubre de 2005 se produjeron sublevaciones en los barrios de las grandes ciudades francesas, pero tampoco se habló aún de islamismo sino de guerra civil y de insurrección.
El levantamiento espontáneo estalló en Clichy-sous-Bois, cerca de París, y fue similar a los que ocurren hoy en Estados Unidos: la policía mató a tiros a dos adolescentes del barrio que no se detuvieron en un control policial.
La revuelta se extendió a numerosos barrios, sacudidos por la crisis, el paro, las drogas, el tráfico de armas y la prostitución.
El estado de urgencia no se aprueba con los atentados de 2015 sino 10 años antes como consecuencia de manifestaciones, protestas y amotinamientos populares. Desde entonces la palabra de moda en Francia es “guerra civil”.
Los atentados yihadistas llegaron mucho después y uno de sus objetivos es el de distraer la atención de la verdadera “guerra civil” hacia otro tipo de guerra en la que sólo el Estado puede ganar.
“Estamos al borde de la guerra civil”, dijo Patrick Calvar, jefe de la Dirección General de Seguridad Interior de Francia (DGSI), el 12 de julio a los miembros de una comisión parlamentaria encargada de realizar un estudio sobre los atentados del pasado año.
En mayo de este año lanzó un mensaje casi idéntico a otra comisión parlamentaria, en esta ocasión responsable de la defensa nacional. “Europa –dijo– está en peligro. El extremismo va al alza en todas partes, y ahora estamos dedicando nuestra atención a algunos movimientos de extrema derecha que están preparando una confrontación”.
¿Qué clase de confrontación? “Confrontaciones intercomunitarias”, dijo. “Uno o dos atentados más, y quizá veamos una guerra civil”, añadió.
En febrero de este año, ante una comisión del Senado dedicada a la información de los servicios de inteligencia, volvió a decir: “Estamos observando a los extremistas de derechas, que sólo están esperando a que se produzcan más ataques terroristas para iniciar una confrontación violenta”.