Ante el fraude organizado por la OPAQ sobre los ataques químicos en Siria en abril de 2018, el Consejo de Seguridad de la ONU organizó el 28 de setiembre una sesión abierta que fue grabada y que se puede consultar en internet (*).
La OPAQ es el organismo internacional que se encarga de vigilar el empleo de armas químicas prohibidas por el derecho internacional y el año pasado falsificó las evidencias para imputar al gobierno de Damasco el ataque contra el barrio de Duma en 2018 y justificar de esa manera el bombardeo posterior de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia contra infraestructuras sirias.
Dicho ataque fue un montaje del que son responsables Estados Unidos y sus peones yihadistas sobre el terreno. La OPAQ se encargó de encubrirlo, manipulando el informe original redactado por los inspectores que acudieron al lugar de los hechos.
Si la OMS quedó gravemente comprometida con sus pandemias ficticias, la OPAQ también ha quedado en evidencia y son sus propios miembros los que han comparecido para denunciarlo ante la ONU.
El principal testigo ha sido Ian Henderson, miembro del equipo que investigó en Duma, asistido por el físico Ted Postol, profesor emérito del MIT y antiguo asesor del Pentágono. Se trata de científicos con más de 25 años de experiencia en la OPAQ.
Además de inspeccionar el lugar del supuesto ataque, Henderson entrevistó a docenas de testigos, hizo mediciones, examinó los cilindros de gas encontrados, tomó muestras y cientos de fotografías.
A su regreso de Siria, el equipo redactó un informe exhaustivo de sus hallazgos que exculpaba al gobierno de Siria.
Dicho informe fue modificado en secreto para alterar las conclusiones, con tan mala fortuna que ambas versiones, la original y la manipulada, fueron publicadas por Wikileaks.
El informe original no concluía que se hubiera producido un ataque químico y presentó la posibilidad de que las víctimas de Duma hubieran muerto en un incidente “no químico”.
Cuatro expertos de un Estado miembro de la OPAQ y la OTAN realizaron un examen toxicológico y concluyeron que los síntomas observados entre las víctimas de la Duma “eran incompatibles con la exposición al cloro, y no se pudo identificar ninguna otra sustancia química conocida que causara los síntomas”.
Las pruebas químicas sobre las muestras tomadas en el lugar indicaron que, en efecto, se habían detectado compuestos clorados en un rango de partes por billón. La mayoría, si no todos, podían ser el resultado del contacto con productos domésticos corrientes, como la lejía, o del agua clorada o los conservantes de la madera.
Las muestras de control tomadas por los inspectores para contextualizar los resultados del análisis nunca fueron analizadas.
Los inspectores que viajaron a Siria y redactaron el informe original protestaron ante los jefes de la OPAQ por la alteración del informe y denunciaron que antes de la publicación del informe falsificado, una delegación de Estados Unidos visitó la OPAQ a fin de que dejara claro que el gobierno de Damasco había atacado Duma con gases de cloro.
La visita de dicha delegación se produjo antes de que las conclusiones se hubieran publicado, por lo que se suponía que nadie tenía conocimiento de su contenido. Por lo tanto, se había producido una filtración de la OPAQ a Estados Unidos.
En virtud de la Convención Internacional de Prohibición de Armas Químicas, los Estados firmantes se comprometen a respetar la imparcialidad del organismo, lo cual no se ha respetado.
Tras las presiones llegaron las destituciones. Si unos expertos no dicen lo que los imperialistas quieren oír, recurren a otros. El equipo cambió y nombraron otro para falsificar el informe que se hizo público el año pasado. En dicho equipo no había nadie que hubiera viajado a Siria, con excepción del conductor de la ambulancia.
La OPAQ, capitaneada por el pelele español Fernando Arias que aparece en la foto de portada, publicó el informe falso en marzo del año pasado, con conclusiones diametralmente opuestas al anterior: había “motivos razonables” para creer que se había producido un ataque con armas químicas en Duma y que “el producto químico tóxico era probablemente el cloro molecular”.
Los medios del mundo entero acogieron la falsificación en un lugar destacado de sus noticiarios.
Ni los cazadores de bulos, ni Maldita, ni Newtral, han denunciado el fraude.
Todo lo contrario. Tras un fraude hay que “matar al mensajero”, hay que pasar a atacar al que lo denuncia. Desde su sillón, el pelele Arias comenzó una campaña contra Henderson y otro de los inspectores que redactaron el primer informe.
(*) http://webtv.un.org/search/security-council-arria-formula-meeting-syria-chemical-weapons/6195494067001/
“Hay que martillear la verdad con constancia porque la falsedad sigue difundiéndose, no sólo entre algunos sino entre una multitud de personas. En la prensa y en los diccionarios, en las escuelas y universidades, por todas partes la falsedad impera, muy cómoda y feliz de saber que la mayoría está con ella” (Goethe)