Es, pues, normal que se sientan decepcionados, y lo estarán mucho más en el futuro porque la derrota del imperialismo no es una tarea que incumba ni a Rusia ni a China, que tienen sus propios problemas.
La decepción por la actitud de Rusia depende, pues, de las expectativas que cada cual tenga, pero no tienen por qué coincidir con las expectativas de los propios rusos.
En todo el mundo es bastante característico en ciertos círculos creer que Rusia debe actuar no función de sus propias necesidades e intereses sino de las necesidades e intereses de terceros, incluso de terceros países. Y cuando piensan así, inconscientemente están pensando en Estados Unidos, es decir, en Rusia como contrapeso de la agobiante y despreciada hegemonía de Washington a lo largo de los cinco continentes.
Parece que Rusia está en deuda con el mundo y que nunca va a acabar de pagarla. Por ejemplo, dice el artículo que desde 2011 en Siria y desde 2014 en Ucrania, hay una “clara voluntad de agresión por parte del campo atlantista” y después pregunta: ¿qué hace Rusia?
Es como si Rusia estuviera obligada a hacer algo en defensa de Siria, Ucrania o cualquier otro país, como si tuviera que sacar las castañas del fuego a los demás. ¿Por qué motivo? Quizá para tratar de explicarlo el autor califica a Siria como un segundo Stalingrado, con evidente exageración: ni Alepo, ni Homs, ni Damasco, ni Deir Ezzor son parte de Rusia, ni la guerra de Siria es la Segunda Guerra Mundial, ni… nada de nada.
Siria y Ucrania no son los escenarios de una “guerra mundial”. En esas guerras Rusia no es parte. En contra de lo que el artículo afirma, Siria no es el centro del mundo, por más que la suerte de ese infortunado país tenga repercusiones internacionales, como las seguirá teniendo en el futuro.
Rusia no es Hezbollah, que ha demostrado ser el mejor aliado del gobierno de Damasco. Pero incluso Hezbollah defiende en Siria, además de los intereses sirios, defiende los propios: es su propia supervivencia lo que está en juego. La columna vertebral de la resistencia al imperialismo en Oriente Medio la forman Irán, Siria y Hezbollah que, a diferencia de los otros dos, no lleva las riendas de ningún Estado.
Es cierto, como expone el artículo, que la guerra en Siria todavía será larga. También es cierto que la victoria no esté en los campos de batalla actuales. También es acertado apuntar que el escenario sirio se relaciona con lo que ocurre en el sur de Asia central, en el Báltico, en Ucrania y en el Mar de China Meridional.
En efecto, esas son algunas de las claves. No todas las bazas se juegan en Siria donde, como se comprueba, Estados Unidos aún logra sumar fuerzas, aún mantiene una cierta “coalición internacional” que no son precisamente países de segunda fila en el concierto de la diplomacia internacional, de la guerra y de la economía.
El mundo marcha a pasos acelerados hacia una nueva guerra mundial, pero los bloques no han madurado lo suficiente y se producirán sorpresas. Lo más significativo es que Rusia ha dejado de hacer concesiones porque ha comprobado que no es así como va a subsistir como país. No puede retroceder más porque lleva décadas retrocediendo inútilmente. Es evidente que es el único país del mundo que puede hacer frente militarmente a Estados Unidos, pero no puede hacerlo sólo y no le basta el apoyo de China. Otros países deben decantarse más claramente.