El gobierno autonómico de Madrid va a confinar selectivamente a la población de tres municipios (Leganés, Parla y Fuenlabrada) y en tres de los 21 barrios de la capital (Puente de Vallecas, Usera y Ciudad Lineal).
En total, en las seis zonas viven cerca de 1,1 millones de personas, en su mayor parte trabajadores. En un claro ensayo contrainsurgente, los movimientos serán restringidos, lo mismo que las reuniones sociales y la policía controlará las entradas y salidas a esas poblaciones.
De lo que no podrán liberarse los trabajadores será de ir todas las mañanas al tajo a cumplir con su jornada. En la nueva normalidad impera del principio “de casa al trabajo y del trabajo a casa”.
Los tres barrios de Madrid forman parte del cinturón sur-este de la capital, que se divide administrativamente en 21 distritos.
El gobierno autonómico anunciará oficialmente el confinamiento el viernes, aunque lo hará recurriendo a eufemismos típicos porque es una medida que sólo puede tomar el gobierno central con el estado de alarma.
Lo llamarán “limitaciones a la movilidad”, lo mismo que en Cataluña o en Castilla y León, aunque es una prohibición de las relaciones sociales con familiares, amigos y vecinos y los centros donde las personas se socializan.
Seguirá como hasta ahora la furia inquisidora contra cualquier clase de diversión, fiesta, botellones, bodas, cumpleaños y demás. Hasta la jornada de ayer se habían notificado 90 requerimientos por parte de policías municipales a personas que habían incumplido aislamientos o cuarentenas.
La calle es sólo para la policía o, como dijo Fraga, “la calle es mía”. El franquismo está cumpliendo uno de sus más preciados sueños.
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