La rápida caída del valle de Panshir en poder de los talibanes es extraña, como todo lo que viene sucediendo en Afganistán. Es cierto que la Alianza del Norte es, como los zapatistas, uno de esos “ejércitos” fantoches que jamás emprendieron ninguna batalla importante, ni contra los talibanes ni contra nadie.
Con el refuerzo que tuvieron tras la llegada de los restos en fuga del ejército afgano, tampoco han sido capaces de defender su territorio. Por lo tanto, es impensable que en el futuro puedan desempeñar ningún papel de resistencia al gobierno talibán. Estados Unidos deberá buscar peones en otro tipo de fuerzas.
Pero si Estados Unidos busca lacayos locales que en el futuro hagan frente a los talibanes y desestabilicen su gobierno, ¿por qué ha dejado en sus manos un equipamiento militar de envergadura que podria impedirlo?
También es cierto que una parte de ese equipamiento militar ha caído en manos de Irán. Los restos del antiguo ejército afgano han vendido una parte del mismo. El otro lo ha capturado Irán en los pasos fronterizos. Han obligado a las tropas que huían a dejar el armamento para poder cruzar las fronteras. A pesar de ello, los talibanes se han apoderado de importantes alijos de armas que podrán utilizar para defender su gobierno.
Lo que está ocurriendo en Afganistán es un replanteamiento de las complejas relaciones entre Estados Unidos y los talibanes, que con el tiempo han pasado por todo tipo de vicisitudes políticas.
Estados Unidos no puede prescindir de Afganistán, que es el nudo de las contradicciones en Asia central, pero sí debía prescindir del gobierno afgano, incapaz de sostenerse por sí mismo por más apoyos que ha recibido en los veinte años de ocupación militar.
Al gobierno de Trump no le quedó más remedio que negociar con los talibanes a espaldas de Ghani y sus peones en Kabul. Al hacerlo tardiamente, han tenido que ceder de manera humillante y en condiciones desfavorables frente a otras potencias como China y Rusia, pero tambien frente a Irán y Turquía. Los talibanes ya no tiene que jugar sólo una baza; tienen varios ases en su baraja.
Los talibanes tienen, pues, un acuerdo con Estados Unidos y deberán prepararse para la nueva guerra que Estados Unidos les va a plantear a partir de ahora por medio de las milicias fantoches a su servicio, como el llamado Califato Islámico de Jorasan.