El informe se publicó el 18 de agosto y su primer firmante, Patrick Artus, es director de investigación del centro de estudios de la filial de BPCE. Desde las primeras líneas alerta a los inversores de una “revuelta de los asalariados” y de las consecuencia de una reducción de las inversiones a causa de ello.
Por una vez, el informe no es el típico análisis anodino que los técnicos al servicio del capital financiero publican periódicamente para dar muestras de que es imposible sacarles de la sobredosis de cifras con la que encubren su ignorancia.
El encabezamiento es ya una declaración de alarma: “¿Se puede producir una ‘revuelta de los asalariados’?” El foco de atención ya no son las tasas de interés, los índices de inflación o el “quantitative easing”. El lenguaje ha cambiado. Al capital financiero le empieza a preocupar la pobreza galopante, el paro o el ascenso de los índices de malestar.
¿Se levantarán los asalariados contra el reparto desigual de la renta?, ¿protestarán contra la pobreza, los elevados beneficios y el estancamiento de las rentas reales? Son las cavilaciones que los sicarios del capital financiero transmiten a sus jefes, muy diferentes, como ven, de la perpetua desmoralización con la que nos inundan los oportunistas.
Los gráficos ilustran al lector de que el capital ya ha arrojado a la calle todo el combustible necesario para que se produzca un incendio de grandes proporciones que, inevitablemente, se producirá más bien pronto que tarde.