Desde que comenzó la guerra en Siria, miles de camiones de Estados Unidos y con ayuda occidental han estado fluyendo en territorio controlado por los yihadistas. La colaboración humanitaria se ha convertido en un importante mecanismo de financiación y soporte occidental al ISIS, financiación que no solo permite a esta organización mantener a sus mercenarios, sino que también facilita el trabajo de retaguardia.
La ayuda humanitaria de EEUU y Europa con destino Siria termina siempre en manos del ISIS
La ayuda de estas entidades, principalmente alimentos y equipos médicos, se supone que es para los sirios desplazados de sus lugares de origen, y para los civiles hambrientos. Es ayuda financiada por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), los donantes europeos, y las Naciones Unidas.
Según un reportaje realizado en 2015 por el magazine británico Daily Beast, los convoyes de ayuda tienen que pagar para entrar en los feudos de Raqqa y Deir ez-Zor, proporcionando una nueva fuente de ingresos para los militantes ISIS, dinero que se suma a los ingresos obtenidos con el contrabando de petróleo, la extorsión y la venta de lo que pueden saquear, incluyendo antigüedades babilónicas que son adquiridas por altos ejecutivos de Europa y EEUU.
“Los convoyes que ingresan a las zonas controladas por el ISIS tienen que ser aprobados previamente y los accesos hay que pagarlos: estos sobornos se disfrazan en la contabilidad y se suman a los costes de transprote” dijo un coordinador de la ayuda que habló con The Daily Beast con la condición de no ser identificado. Las comisiones son pagadas por las organizaciones no gubernamentales extranjeras o locales encargadas de la distribución de la ayuda, o por las empresas de transporte de Turquía o Siria contratadas para entregarlo.
Esta ayuda facilita al ISIS no tener que desviar el dinero de su presupuesto de guerra para ayudar a alimentar a la población local o a las personas desplazadas, lo que le permite concentrar sus recursos exclusivamente en los combatientes , en propaganda y en la guerra.
Una de las diferencias notables entre el ISIS y otros grupos terroristas conocidos en el pasado es su deseo de retratar el territorio que ha conquistado como un lugar bien organizado y que funciona sin problemas, es decir, su idea parece ser la de fundar un Estado propiamente dicho. “Los soldados de Alá no liberan un pueblo o ciudad, sólo para abandonar a sus residentes e ignorar sus necesidades”, declara uno de los número de Dabiq, la revista del ISIS, que no sufre ninguna censura en España o en los propios EEUU, país donde se alojan los servidores que la almacenan y que proveen su dominio web, registrado por la también norteamericana GoDaddy.
Una de las publicaciones muestra imágenes de soldados kurdos sacrificados y una fotografía de la cabeza cortada del periodista estadounidense Steven Sotloff sobre la parte superior de su cuerpo. Sin embargo, otras páginas del magazine muestran al ISIS ejecutando obras de restauración de la electricidad en Raqqa, la construcción de un hogar de ancianos, un centro de tratamiento contra el cáncer en la provincia de Nínive, y la limpieza de calles en otras ciudades.
“Me alarma el hecho de que estamos proporcionando apoyo a la gobernabilidad ISIS”, dice Jonathan Schanzer, un experto en Medio Oriente de la Fundación para la Defensa de las Democracias, con sede en Washington. “Estamos indemnizando a los militantes del ISIS por la satisfacción de las exigencias básicas de la población local”.
En diciembre de 2014, el Overseas Development Institute, un grupo de trabajo británico centrado en cuestiones humanitarias, informó que las agencias de ayuda en Somalia habían estado pagando a militantes de la rama de Al Qaeda para acceder a las áreas bajo su control durante la hambruna de 2011.
Al Shabab, la filial local de la red exigió a los organismos un “derecho de inscripción” como agencia de ayuda de hasta 10.000 dólares. Y en muchos casos al-Shabab se encargó de la distribución de la ayuda. Este grupo de expertos detectó también el desvío de la ayuda alimentaria de al-Shabab en la ciudad de Baidoa, que la utilizó para la manutención de sus combatientes. Al-Qaeda ha llegado a crear una “Oficina de Coordinación Humanitaria» en Somalia.
Algo similar parece estar en marcha ahora en las provincias sirias de Raqqa y Deir ez-Zor. donde las ONG’s, USAID y otras agencias gubernamentales occidentales, incluyendo el Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido, emplean a militantes del ISIS en la distribución de los envíos que se hacen desde EEUU y Europa. “Siempre hay al menos una persona del ISIS en la nómina“, dice el coordinador de la ayuda. “Y cuando se está preparando un convoy, las negociaciones van a través de ellos. Se ponen en contacto sus emires y se pacta un precio». Y añade:“ninguno de los combatientes se atreverá a tocarla, si un emir ha dado permiso”. La culminación de todo esto son los conocidos como Cascos Blancos, donde se entremezclan las funciones de «cooperante» y de mercenario.