En el mercado internacional del petróleo, losa audíes estaban contra el criterio de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para reducir la producción con el fin de estabilizar los precios en su cota más baja, teniendo como objetivo convertir a Irán, un país cuya economía se basaba en petróleo, en un Estado en bancarrota.
Decidió producir una gran cantidad de petróleo, pero el pasado 30 de noviembre tras el acuerdo de la OPEP, Riad se vio obligado a reducir su extracción del crudo mientras Irán ha logrado aumentar su producción de petróleo y mantener la extracción en un máximo de 3,797 millones de barriles de petróleo por día (bpd).
El rotativo británico señala el fracaso de la injerencia de Arabia saudí en Siria y Líbano, asegurando que Mohamad Bin Salman, príncipe heredero adjunto saudí, apoyó explícitamente a los opositores en Siria e hizo todo lo posible para que en Libia no se eligiera un presidente aliado de Hezbolá.
Pero, con el apoyo de Irán y Rusia, el Gobierno sirio ha logrado estrechar cerco contra los terroristas y grupos armados, mientras se acerca cada vez más a su objetivo de controlar totalmente la segunda ciudad de Siria.
Por otro lado, Riad se sometió a otro fracaso ante Irán cuando salió eligió el actual presidente de Líbano, aliado de Hezbolá, quien su intimidad con Irán es obvia para todos.
En el caso de Irak el joven príncipe saudí, según el periódico, con el fin de influir en la política interna de ese país, reabrió tras 25 años su embajada en Bagdad, pero después se vio obligado a clausurarla por las críticas de los chiíes irakíes.
La pasada semana, el general israelí Jacob Amidror, antiguo consejero israelí de seguridad nacional, lamentó el fracaso de la estrategia saudí y sus aliados en Oriente Medio, asegurando que los wahabitas no han conseguido ni uno solo de sus objetivos, ni en Siria, ni en Yemen ni en Irak.