Un suboficial de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos será juzgado en breve por crímenes de guerra cometidos en Irak: un adolescente preso apuñalado, una niña y un anciano herido de bala con un rifle de francotirador, zonas residenciales atacadas por ametralladoras pesadas sin razón aparente.
Edward Gallagher, veterano de 39 años, sigue siendo un héroe patriótico a los ojos de muchos estadounidenses y del popular canal de televisión reaccionario Fox News, a riesgo de convertirse en un problema electoral.
Unos 40 representantes republicanos del Congreso escribieron una carta pidiendo su liberación hasta el juicio. Trump anunció que había intervenido para aliviar las condiciones de detención del criminal, “en reconocimiento a su servicio a nuestro país”.
El juicio a Gallagher, miembro de los matones “Navy SEAL”, una unidad de élite de la Marina estadounidense, está previsto que comience el 28 de mayo ante un tribunal militar de la Base Naval de San Diego en California, donde el soldado, detenido el pasado mes de septiembre, se encuentra bajo arresto.
Fueron los hombres bajo su mando, horrorizados por las acciones de su superior, quienes dieron la alerta a pesar de la oposición de su jerarquía dentro de los SEAL.
Edward Gallagher será acusado de asesinato premeditado, intento de asesinato y obstrucción de la justicia.
Los presuntos actos se cometieron en 2017 en Mosul, Irak, donde se habían desplegado tropas estadounidenses junto con las fuerzas irakíes para retomar partes de la ciudad en manos del Califato Islámico.
El soldado se enfrenta a una cadena perpetua nominal si es condenado, aunque en estos casos los criminales siempre son liberados cuando el escándalo se apaga.
Algunos miembros del pelotón “Alpha” comandado por Gallagher estaban tan molestos por su comportamiento que manipularon su rifle de francotirador para hacerlo menos preciso y dispararon disparos de advertencia para ahuyentar a los civiles antes de que su oficial al mando tuviera tiempo de disparar contra ellos.
“Dijeron que pasaron más tiempo protegiendo a los civiles que luchando contra el Califato Islámico”, dijo un agente de NCIS, la unidad de investigación criminal de la Marina.
El matón se jactaba, entre otras cosas, del número de personas que había matado, incluyendo mujeres.
En mayo de 2017 las fuerzas irakíes capturaron a un combatiente enemigo herido, que parecía tener unos 15 años. Mientras un médico trataba al joven, Gallagher se acercó sin decir palabra y apuñaló al prisionero varias veces en el cuello y el pecho con un cuchillo de caza.
Unos minutos más tarde, Gallagher y su comandante, el teniente Jacob Portier, habían reunido a los comandos presentes para una sesión de fotos cerca del cuerpo, como un trofeo.
Los soldados del pelotón hicieron varios intentos de alertar a la jerarquía de los SEAL sobre estos crímenes de guerra, pero sin éxito. Siete de ellos incluso dicen que fueron amenazados con represalias si hacían público el caso y finalmente ganaron llevando el caso a un nivel más alto.
El mismo teniente Portier está procesado por no informar de los crímenes y por destruir pruebas, pero no ocurre lo mismo con otros oficiales de los SEAL.