La semana pasada el Banco Central Europeo (BCE) anunció que iba a endurecer su política monetaria, un viraje que carecía de precedentes desde 1994. Inmediatamente después tuvo que tranquilizar al capital financiero porque el tipo de interés italiano a 10 años se elevó por encima del 4 por cien por primera vez desde 2014.
La burbuja financiera marcha hacia el desastre e Italia e el primer candidato a pinchar. Su deuda soberana ha alcanzado el 151 por cien del PIB.
El mercado de deuda soberana corre el riesgo de fragmentarse en Europa. El diferencial de tipo de interés se va a ahondar entre los diferentes países, lo que puede crear un desequilibrio entre las economías europeas. El BCE ha prometido que va a tratar de impedirlo.
El diferencial entre los tipos alemanes e italianos se ha ampliado a 200 puntos básicos, una cifra que todavía está muy lejos de los 600 puntos básicos que alcanzó durante la crisis de la eurozona en 2011. Pero es demasiado alta para el BCE, que ha hecho de la lucha contra la fragmentación del mercado europeo de deuda soberana una prioridad.
Italia es uno de los mayores emisores de deuda de la eurozona. Durante años, ha tenido que hacer frente a un nivel de deuda muy elevado, que se ha agravado aún más con el confinamiento. Si bien el aumento de los tipos de interés europeos no supone un riesgo a corto plazo -Italia se ha endeudado lo suficiente con los tipos actualmente bajos-, a más largo plazo tendrá que endeudarse a tipos más altos, lo que supondrá una presión sobre los costes de su deuda y pondrá en duda su sostenibilidad fiscal.
En cualquier caso, las subidas de tipos serán un freno muy fuerte para el crecimiento económico. En realidad, el fantasma que aparece es el de la recesión.
Para evitarlo el BCE lanza mensajes contradictorios porque las normas que han estado vigentes hasta ahora, ya no sirven, en especial los topes a los déficits presupuestarios, que dejaron de estar vigentes con la pandemia, pero que pueden convertirse en permanentes.
El BCE habla de “cierta flexibilidad” en la aplicación de las normas, para seguir comprando activos como en la pandemia. Mientras, los países europeos que van tras Italia, como es el caso de España, siguen anestesiados. En España no ocultan que como “todos” están igual, al BCE no le queda otra que seguir sacándoles las castañas del fuego.
Lo único que ocultan de verdad es que, de momento, hay economías, como la española, que están intervenidas -de hecho- y que quien toma las decisiones no es el gobierno del PSOE y Podemos, sino Bruselas. En economía manda la Unión Europea y en lo demás la OTAN.