Tras el asesinato del dirigente de Hamas, Saleh Al Aruri, el sábado la organización libanesa Hezbollah lanzó 62 cohetes hacia las zonas ocupadas por Israel.
Al día siguiente los medios de comunicación israelíes confirmaron que los ataques contra la base militar de Miron habían causado “daños importantes”.
En una nueva declaración, Hezbollah afirmó haber atacado una reunión de soldados israelíes en Al Manara, el sitio de radar de las granjas de Chebaa, las posiciones de Al Malkiya, así como los cuarteles de Shomera, Marj, Metat, Zraiyit y Yara.
El jefe del Estado Mayor israelí, el general Herzi Halevi, advirtió a Hezbollah contra cualquier nueva escalada. Dijo que había “infligido pérdidas significativas a Hezbollah” y que el ejército israelí “luchará vigorosamente si estalla la guerra”.
La declaración sigue a la reunión del Gabinete de Guerra israelí, durante la cual Netanyahu, amenazó a Hezbollah. “Sugiero que aprenda lo que Hamas ya ha aprendido en los últimos meses”.
Por la tarde, el ejército israelí bombardeó Jiam con proyectiles de artillería y de fósforo, alcanzando el centro y las afueras de la ciudad. En represalia se produjeron bombardeos con bombas de fósforo en Haneen, Al Jibin, en las afueras orientales de Naqoura y en Kfar Kila.
Después de los ataques de Hezbolah de la tarde, el ejército israelí intensificó sus agresiones, dirigidas a Mleeta, Al-Qleila y varias ciudades occidentales, incluidas Jabal El Labuneh y Jabal El Alam.
La presión militar de Hezbollah en el sur de Líbano retiene a una tercera parte de las tropas israelíes en la “línea azul”. Los colonos israelíes han abandonado los asentamientos de la región en previsión de una guerra abierta.