Por su parte, los bancos chinos y rusos quieren abrir oficinas de representación en la zona y uno de los principales bancos de Japón también está negociando para estar presente.
Tradicionalmente la economía iraní ha dependido de los ingresos del petróleo y del consumo interno, un mercado que crea oportunidades para la banca minorista y de financiación de proyectos.
El Fondo Monetario Internacional prevé un crecimiento de la economía iraní del 4 por ciento en un período de 12 meses hasta marzo de 2017.
El país está llevando a cabo una reestructuración de las infraestructuras y está invirtiendo miles de millones de dólares en la ampliación de aeropuertos, conexiones de transporte y el sector de la energía tras el levantamiento de las sanciones económicas en enero.
Los bancos iraníes están presionados por la falta de acceso a capital internacional, por lo que el país busca financiación para los proyectos en distintos sectores y un centro financiero ayudará a tener acceso a ella en mejores condiciones.
El presidente de Irán, Hassan Rouhani, cree que el ingreso de inversiones y la llegada de empresas internacionales ayudarán a impulsar la economía del país, aquejada por la alta inflación y un desempleo juvenil crónico.