En agosto Huawei inauguró una estación de carga de 100 Mw en la provincia de Sichuan, capaz de alimentar camiones eléctricos en minutos. Este anuncio se produce en un momento en el que Tesla, dirigida por Elon Musk, tarda en implementar sus propias soluciones de carga de alta velocidad.
Estados Unidos no es capaz de frenar el avance tecnológico de China ni con aranceles ni con represalias. China domina el mercado de la movilidad eléctrica. La cuestión central sigue siendo la capacidad de ofrecer una carga rápida y accesible, condición esencial para la adopción masiva de vehículos eléctricos.
En Beichuan, en el centro de China, Huawei ha puesto en marcha una estación de recarga con una capacidad nominal de 100 Mw. El emplazamiento incluye 18 terminales de 1,44 Mw para vehículos pesados y 108 puntos de carga de 600 Kw. Según datos proporcionados por la empresa, esta infraestructura añade 100 kilómetros de autonomía en 5 minutos a los camiones.
El gobierno de Pekín apoya masivamente la electrificación del transporte pesado por carretera, un sector estratégico para reducir la dependencia energética.
El anuncio de Huawei no se limita a la energía. La estación integra una microrred que combina energía renovable, almacenamiento y gestión inteligente de la carga. El objetivo es limitar la presión sobre la red eléctrica nacional, garantizando al mismo tiempo un suministro estable para los vehículos. Este tipo de despliegue podría servir como escaparate tecnológico para otras regiones del país y para exportarlo a terceros mercados.
En comparación con Huawei, Tesla no avanza. Presentó su futuro cargador para el camión Semi que, teóricamente, es capaz de alcanzar 1 MW. Sin embargo, el despliegue de estas estaciones sigue siendo limitado y su adopción generalizada aún está pendiente.
Al mismo tiempo, las empresas chinas avanzan con proyectos concretos, lo que refuerza la percepción de una ventaja industrial. Esta dinámica también refleja un plan político: China centra sus esfuerzos en estaciones centralizadas de alta capacidad, mientras que Tesla sigue una estrategia de expansión gradual de su red mundial.
La confrontación entre ambos modelos podría definir el futuro de la carga rápida. La clave reside tanto en la compatibilidad de los vehículos como en la fiabilidad de la red.
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