Hezbollah está reforzando sus operaciones clandestinas para contrarrestar la presión militar israelí, pero sufre importantes bajas a pesar de sus nuevas medidas de seguridad. El motivo son las infiltraciones, la debilidad interna y las dificultades para restablecer su presencia en el sur de Líbano. La zona del río Litani se ha convertido en el epicentro de los enfrentamientos.
Ante la intensificación de los ataques aéreos israelíes y la libertad de acción de la que goza el ejército israelí en el sur de Líbano, Hezbollah está reforzando sus protocolos de seguridad: prohibición de teléfonos móviles, desplazamientos frecuentes, prohibición de vehículos modernos y restricciones de acceso a ciertas zonas. Las medidas se están implementando tanto al sur como al norte del río Litani, donde el ejército libanés aún no ha puesto en marcha su plan de desarme.
A pesar de las precauciones, unos quince combatientes han muerto desde principios de noviembre, lo que alimenta las dudas sobre la eficacia de la estrategia. El movimiento sostiene que muchas víctimas violaron los protocolos de seguridad o fueron atacadas utilizando bases de datos israelíes obsoletas, especialmente tras el incidente de los buscapersonas explosivos.
El movimiento libanés está reactivando así sus operaciones clandestinas, muy lejos de la imagen de ejército paralelo que había cultivado durante las últimas dos décadas. Su aparato de seguridad ahora opera casi de forma autónoma, limitando el contacto con el sector político.
Los rumores de cirugía estética para sus comandantes son negados categóricamente por una fuente cercana a Hezbollah, quien afirma que estas especulaciones buscan alimentar la percepción de un grupo acorralado. No obstante, los ataques israelíes demuestran que persisten las vulnerabilidades: en promedio, más de un combatiente ha muerto cada día desde principios de mes.
La infiltración y el espionaje están debilitando la estructura de la organización, llegando incluso a impulsar a la Guardia Revolucionaria iraní a investigar las debilidades que permitieron el ataque con el buscapersonas y el asesinato de Hassan Nasrallah y otros dirigentes.
El movimiento también enfrenta importantes dificultades para restablecerse al sur del río Litani, una zona bajo estricta vigilancia israelí donde el ejército libanés trabaja para bloquear los movimientos de armas.
Israel está intensificando sus ataques hacia el norte, particularmente en los distritos de Nabatieh y Sidón, región destinada al desarme en la segunda fase del plan militar de Líbano.
En cuanto a la posibilidad de una línea defensiva de Hezbollah al norte del río, la información se mantiene deliberadamente ambigua, un reflejo de la fragmentación interna y el clima de desconfianza imperantes.