Los reservistas de Hezbollah han recibido una orden: tienen de 48 a 72 horas para garantizar la seguridad de sus familiares. Después deben movilizarse para incorporarse a los combatientes que operan en el sur de Líbano, en una línea de frente de al menos 40 kilómetros, desde la costa hasta las granjas de Chebaa, una parcela de territorio en disputa en la frontera, y los Altos del Golán.
En Siria los combatientes “permanentes”, que según las últimas especulaciones son 5.000, están en alerta desde que Hamás lanzó su ofensiva el 7 de octubre.
Han pasado seis días desde el inicio de la guerra durante las cuales Hezbollah y el ejército israelí sopesan sus diferentes opciones tácticas, en el marco de enfrentamientos del sur del Líbano.
Habiendo adquirido una gran experiencia militar desde el estallido de la guerra en Siria en 2011, Hezbollah se prepara hoy para una guerra a gran escala, que depende de la invasión de Gaza por los israelíes y de la postura que adopten los países de Oriente Medio ante ella, especialmente Irán.
Tel Aviv ha preparado psicológicamente a la población para la guerra y Hezbollah reaccionará con todas sus fuerzas, que pueden alcanzar los 100.000 combatientes. La milicia libanesa se sitúa en el puesto 46 del escalafón oficial de los Estados del mundo por el tamaño de sus fuerzas militares.
A lo largo de los años Hezbollah ha logrado adquirir tecnología militar avanzada, habiendo mejorado sus fuerzas de ataque, la calidad de sus misiles, la precisión de sus disparos y desarrollado drones.
El antiguo Ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, declaró que tiene un arsenal de cohetes y misiles que asciende a 75.000, que sin duda debe haber aumentado desde entonces. Israel ha reconocido que los libaneses disponen de misiles que pueden alcanzar Tel Aviv, a una distancia equivalente a entre 100 y 150 kilómetros.
Desde 2006 está organizado en células formadas por combatientes cuya misión es llevar a cabo acciones de castigo precisas y secretas.