La legitimidad de Hezbollah en Líbano se apoya en la lucha contra el ejército israelí, presente en el sur del país desde el 15 de marzo de 1978. Tras más de dos décadas de ocupación, el ejército israelí se retira sin condiciones del Líbano en mayo de 2000.
Esta primera victoria de una potencia militar árabe frente el Estado hebreo desde 1948 reposa sobre la particular ideología de Hezbollah, lo que se llama entre los musulmanes chiítas la yihad defensiva, y que refleja todas las formas de resistencia aplicadas por los musulmanes contra una opresión, exterior o interior. La idea del martirio es inseparable de la concepción de la yihad defensiva. El islam chiíta eleva al mártir al rango de intermediario entre el héroe y el santo, en lo cual se asemeja al martirio cristiano. Esta idea de trueque de la vida terrenal por la del más allá, evocada en el Corán, ha servido de fundamento a la legitimación teológica de las operaciones kamikazes de Hezbollah contra la presencia israelí, que llevaron a la retirada incondicional del Estado de Israel del Líbano.
La legitimidad conseguida por Hezbollah le permitió conservar el armamento tras la retirada israelí, en tanto que todas las milicias que operaron en el Líbano entre 1975 y 1990 fueron disueltas. Hay que insistir en el hecho de que es Hezbollah, y no el ejército libanés, el que venció al ejército israelí.
En el aspecto político, y desde el fin de la guerra civil en 1990, Hezbollah ha debido tener en cuenta la estrategia del primer ministro sunita Rafic Hariri, cuya ambición era reconstruir el Líbano en lo económico, transformando sus estructuras para hacer un Estado moderno. Hariri también deseaba cuestionar la presencia siria en Líbano, continua desde 1976.
El ejército sirio es un aliado estratégico de Hezbollah, lo que provoca un conflicto entre el Partido de Dios y el primer ministro libanés, conflicto que alcanzó su máximo con el asesinato de Hariri en febrero de 2005. Se puso en marcha un Tribunal Especial para el Líbano por parte de la ONU, a fin de efectuar una investigación sobre el crimen y, en el marco de esa encuesta, algunos miembros de Hezbollah resultaron inculpados. Hezbollah rechazó colaborar con el Tribunal.
El 12 de julio de 2006, Hezbollah provocó al Estado hebreo, secuestrando a dos soldados israelíes en la frontera. Siguió un conflicto armado, durante el cual Hezbollah plantó cara al Tsahal, el ejército israelí, durante más de un mes. La legitimidad de Hezbollah quedó reforzada en el Líbano y en los países árabes, y su popularidad le permitió escapar a las acusaciones planteadas por el Tribunal Especial, quitando a este último toda legitimidad. En este contexto, el 11 de noviembre de 2006 Hezbollah pidió a sus ministros (chiítas) poner fin a su participación en el gobierno libanés de Fuad Siniora, que se disponía a poner en marcha un dispositivo marcando las prerrogativas del Tribunal Especial.
Esas medidas se efectúan pese a la oposición de Hezbollah. En signo de protesta, el Partido de Dios organiza una ocupación que paraliza el centro de Beirut, y pide la formación de un nuevo gobierno de Unión Nacional a fin de oponerse a las decisiones del Tribunal Especial. Esta inestabilidad institucional desemboca en un conflicto entre las fuerzas del 14 de marzo, que reclaman la continuación de la investigación del Tribunal Especial y que representan el eje estadounidense-saudi en el Líbano, y las fuerzas del 8 de marzo, que reúnen a los partidarios de Hezbollah. En mayo de 2008, ese conflicto lleva a la decisión de los miembros del gobierno aliados a las fuerzas del 14 de marzo, de desmantelar la red telefónica privada de Hezbollah que funciona de forma paralela a la red pública.
Estimando que se ha franqueado una línea roja con esta decisión ministerial, Hezbollah ocupa militarmente Beirut-oeste, feudo de las fuerzas del 14 de marzo, representadas principalmente por el Movimiento del Futuro, dirigido por el hijo del difunto Rafic Hariri, Saad. La ocupación de Beirut-oeste impide a las fuerzas del 14 de marzo (principalmente sunitas y cristianos) proceder al desmantelamiento de la red telefónica privada del partido chiíta.
Estos sucesos tienen una importancia crucial en la evolución del Líbano ya que, por primera vez, el partido chiíta se opone de forma militar a otras fuerzas libanesas mientras que hasta entonces siempre había insistido en el hecho de que su combate estaba dirigido únicamente contra Israel. El conflicto entre las fuerzas del 14 de marzo y las del 8 encuentra una salida gracias a la mediación qatarí que permite la formación de un nuevo gobierno de Unión Nacional el 11 de julio de 2008, en el que Hezbollah tiene derecho de veto sobre todas las decisiones que tome el gobierno. El temor del Partido de Dios de ver su infraestructura militar en el Líbano desmantelada se disipa.
El gobierno de Unión Nacional se ve debilitado debido a este derecho de veto. Continúa dirigiendo el país sin tomar decisiones importantes, a las que se opondría Hezbollah. En estas condiciones, en enero de 2011 Hezbollah pide a sus ministros abandonar el gobierno, convirtiendo de golpe el gabinete ministerial en inconstitucional, porque la representación chiíta no está asegurada. Esa situación conduce a la parálisis del gobierno que deseaba implantar una nueva ley electoral (para las elecciones legislativas), y elegir un nuevo jefe del Estado. Es el fin del gobierno de Unión Nacional.
Se constituyó un nuevo gobierno, a fin de resolver los asuntos corrientes, haciendo imposible la instauración de la nueva ley electoral, llevando al Parlamento a auto prorrogar su mandato. En estas condiciones, la elección de un nuevo jefe del Estado se hizo igualmente imposible. Además, las fuerzas del 14 de marzo se vieron debilitadas a causa de una serie de atentados contra sus dirigentes, llevando a la parálisis de ese movimiento hasta 2013. Esa parálisis es también debida a la falta de unidad de las fuerzas del 14 de marzo y a su alineamiento sistemático con las posturas de Arabia Saudita y los Estados Unidos, alineamiento que influye sobre todo en su oposición respecto a Hezbollah e Irán.
Diez años después de la muerte de Rafic Hariri, Hezbollah ha conseguido bloquear las instituciones libanesas y debilitar notablemente a sus rivales políticos.
En 2013 Hezbollah decide participar en la guerra civil siria a fin de proteger al régimen alauita (una emanación del chiísmo), socio privilegiado de Irán, principal apoyo financiero y militar de Hezbollah. El Partido de Dios niega a sus adversarios políticos el derecho de cuestionar su legitimidad, incluyendo su intervención en Siria. Tanto más cuanto que este partido sigue siendo percibido en Líbano como el protector de la comunidad chiíta, temerosa de la expansión del Estado Islámico en Siria y en Irak […] Tres años más tarde, en abril de 2016, Hezbollah, Al-Qaeda y el Estado Islámico controlan gran parte del territorio sirio e intervienen militarmente a gran escala. Es más, Hezbollah se refuerza en Siria sin perder el control de la situación en el Líbano. Estratégica y regionalmente, esto lleva a pensar que la situación está evolucionando a favor de Irán.
La intervención de Hezbollah permite a Bashar al Assad recuperar la ciudad Al Qusair el 8 de junio de 2013, tras ocupar la ciudad de Homs y asegurar en el sur el control de Damasco después de ocupar Alepo en 2015. Las ganancias territoriales de Hezbollah en Siria le permiten tener acceso y control de aquellas zonas de las que depende su aprovisionamiento militar. Tácticamente, Hezbollah refuerza su presencia en Siria y adquiere experiencia en un campo de batalla extranjero y en guerra contra una insurrección militar.
Además de Siria, controlando la situación en el Líbano, el partido chiíta libanés está presente en dos campos de batalla regionales: en Irak y en Yemen, países en los que desea implantarse a largo plazo. Desde setiembre de 2015, Hezbollah cuenta con el apoyo de Rusia. La cobertura aérea asegurada por Rusia ha sido crucial en la batalla de Palmira (marzo de 2016) y en los combates alrededor de Alepo, dos campos de operaciones que han necesitado la intervención terrestre de Hezbollah. En un principio, el Partido de Dios se había comprometido en Siria en la protección del presidente Assad. Actualmente, las tropas de Hezbollah reemplazan a las tropas de Assad en algunas zonas en donde son débiles, aumentan su influencia, se hacen más autónomas e intervienen tranquilamente en Siria.
La intervención militar de Hezbollah en la guerra de Siria ha provocado un desplazamiento de su doctrina. En su origen, Hezbollah se presentaba como un movimiento islamista (y no chiíta), cuya vocación era combatir a Occidente y más concretamente el Estado judío. Interviniendo en Siria, Hezbollah acentúa su orientación chiíta a expensas de su imagen islamista y se convierte en un actor confesional, algo que siempre había rechazado en el pasado.
En el Líbano, esta situación no conviene a los sunitas, que critican abiertamente el régimen de Bashar al Assad, que masacra a los sunitas opuestos al régimen baasista. Los sunitas libaneses (y una parte de los cristianos) rechazan a Hezbollah una vez admirado por su combate contra Israel, por la protección social proporcionada a los libaneses y la (relativa) ausencia de corrupción en su funcionamiento. Al final, los sunitas (y algunos cristianos) rechazan violentamente tanto al Estado Islámico como a Hezbollah. Miembros de esa misma comunidad sunita en el Líbano son yihadistas ligados al Estado Islámico, al Frente Al-Nusra y a Al-Qaeda en Siria. En noviembre de 2015, los partidarios del Estado Islámico cometieron atentados suicidas en una región controlada por Hezbollah, provocando la muerte de más de cuatro personas, de los cuales tres eran ciudadanos líbano-estadounidenses.
Acuerdos nucleares entre las grandes potencias e Irán
En julio de 2015 se concluyó un acuerdo entre Irán y las grandes potencias a fin de limitar las capacidades nucleares iraníes. Tras ese acuerdo una cuestión se hace esencial: saber cómo van a evolucionar las relaciones entre los chiítas iraníes y los libaneses. Todos los indicios llevan a creer que esta alianza se va a reforzar. Si los dirigentes iraníes y libaneses han concretado muchas veces que el acuerdo firmado no trata más que sobre el tema nuclear, según un portavoz de Hezbollah la relación entre las dos partes es similar a que existe “entre un padre y un hijo”. “Todo éxito iraní se traduce en una alianza reforzada con Hezbollah y en una consolidación de la estrategia política y religiosa iraní, fundamentada en la ‘velayat e-faqih’ [el gobierno de los juristas]”
Según Hussam Mattar, analista libanés cercano a Hezbollah, “en Irán el Estado está al servicio de la revolución, y Hezbollah está en el corazón de la revolución”. Mattar insiste en el hecho de que la alianza entre las dos partes es una “combinación de la resistencia ideológica antiisraelí con la ideología religiosa chiíta”, mientras que “en la relación entre Irán y Siria, la resistencia ideológica antiisraelí juega el papel esencial”.
En estas condiciones es probable que el levantamiento de las sanciones tomadas contra el aliado iraní permita a este último aumentar su ayuda a Hezbollah. Es una ventana estratégica y económica para Irán. Tanto más cuanto que, tras el declive de la relación entre Irán y Hamas y el hundimiento del Estado sirio, Hezbollah constituye una de las bazas maestras de Irán en el mundo árabe. Irán continúa ayudando al régimen del presidente Assad en Siria, mantiene una amplia representación clandestina en Irak y establece sólidas relaciones con los hutíes de Yemen.
Hezbollah encuentra en su aliado iraní un apoyo seguro. El Partido de Dios consulta de forma regular al guía supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, para consejos ideológicos y estratégicos. Desde un punto de vista militar los oficiales iraníes y principalmente los Guardianes de la Revolución apoyan a Hezbollah y toman parte en operaciones militares conjuntas con el Partido de Dios, principalmente en Siria.
Más allá de orientaciones estratégicas, Hezbollah ha recibido de Irán misiles tierra-aire que podría emplear en caso de conflicto en el sur de Líbano. La asistencia financiera de Irán varía, según las circunstancias y los objetivos, entre los 60 y los 200 millones de dólares anuales. Hezbollah utiliza estos fondos para pagar a sus combatientes y desarrollar un sistema de seguridad social de gran calidad en el Líbano. Millares de combatientes chiítas libaneses se entrenan regularmente en Irán. En términos de inteligencia, las redes de Hezbollah y de Irán están imbricadas y hay operaciones conjuntas entre oficiales libaneses e iraníes.
La lucha de Irán y Hezbollah es la lucha de la burguesía industrial chiita contra la burguesía compradora y el imperialismo.