Actualmente hay cientos de parques eólicos marinos que producen energía en todo el mundo, con China, Reino Unido y Alemania a la cabeza. Se espera que muchos más entren en funcionamiento durante la próxima década.
En las aguas territoriales de Europa hay 25 GW de potencia eólica instalada, de los que 10 corresponden a Reino Unido. Pero el Plan Estratégico Europeo en Tecnologías Energéticas (SETPlan) quiere poner a la Unión Europea a la cabeza de la energía eólica marina. En 2021 la Comisión Europea aprobó la Estrategia Europea de Energías Renovables Marinas, estableciendo objetivos de más de 60 Gw en 2030 y 300 GW para 2050.
En los últimos años el tamaño y la potencia de las turbinas eólicas también han aumentado, impulsados por las instalaciones marinas. Pero esta carrera no está exenta de límites.
Desde 1999 el aerogenerador terrestre medio ha triplicado su potencia, de 1 a más de 3 Mw, y la altura de su mástil ha aumentado de 60 metros a más de 100, lo que permite captar vientos más fuertes y reducir los relieves de fricción.
En el mar el aerogenerador típico ha pasado de 6 MW en 2016 a 12 Mw, o incluso casi 15 Mw en el caso de las 60 unidades del parque escocés Moray West, con palas de más de cien metros. Un parque eólico es capaz de abastecer a 1,3 millones de hogares.
La empresa estadounidense General Electric ha anunciado que está desarrollando un aerogenerador de 18 Mw y la alemana Siemens Gamesa proyecta cinco modelos aún mayores para dentro de diez años.
Por su parte China anuncia un modelo de 20 MW con un diámetro de rotor cercano a los 300 metros.
En España el Ministerio de Transición Ecológica ha catalogado ya más de 7.500 kilómetros cuadrados de aguas territoriales españolas como “zona de uso prioritario para la energía eólica marina” o “zona de alto potencial” para el desarrollo de esta tecnología.
Además de los parques marinos ya existentes, el plan es levantar dos gigantescos parques eólicos marinos frente a las costas del norte de Galicia, un proyecto que se mantiene vigente desde que, en 2018, los “expertos” de la Escola Politécnica Superior de la Universidade da Coruña, en Ferrol, presentaran un estudio sobre los costes de la instalación de la primera granja flotante en aguas gallegas. Entonces aconsejaron un parque grande de más de 100 Mw.
Galicia cuenta con los mejores valores de velocidad eólica marina de la Península Ibérica, y los “expertos” de las universidades de Vigo, A Coruña y Aveiro (Portugal) han identificado las zonas más aptas para la instalación de aerogeneradores marinos en el noreste de Galicia y al sur de la ría de Vigo.
Esos planes nunca se van a poder ejecutar. Los barcos capaces de manejar palas cada vez más pesadas, de más de 100 metros, son muy pocos y las infraestructuras portuarias tampoco son capaces de albergarlas.
Además, los parques eólicos marinos se instalan cada vez más lejos de las costas, en aguas profundas. Para ello se están diseñando versiones flotantes de los mástiles. Sin embargo, para enviar la corriente eléctrica a tierra es necesario enterrar en el fondo del mar el cable encargado de llevar la corriente a la orilla y, si el parque está alejado, no es barato garantizar su mantenimiento.
El aumento de la potencia de las turbinas eólicas se ha producido a costa de un debilitamiento económico de las empresas europeas, obligadas a diseñar aparatos cada vez más potentes antes de haber hecho rentables los anteriores.
Las consecuecias son obvias. El grupo energético sueco Vattenfall anunció a principios del pasado mes de septiembre, que suspendía el proyecto Kriegers Flak, previsto frente a la costa suroeste de Suecia, alegando que la inversión no era rentable. Se suponía que este parque eólico produciría 2,7 Twh.
La empresa danesa European Energy ha decidido detener el desarrollo de su proyecto Omo Syd de 320 Mw entre las islas de Zelanda y Holanda, a pesar de los largos preparativos y el dictamen favorable de la Agncia Europea de la Energía.
Shell ha anunciado que podría retirarse de un concurso público para construir el primer parque eólico marino en Noruega porque tiene dudas sobre su rentabilidad.
China ha devorado casi por completo el mercado mundial de las energías llamadas “renovables”, incluida la eólica. No tiene rival. Para levantar un parque eólico en Europa es mucho más barato traer las palas de China, incuidos los gasatos de transporte, que construirlas en el Continente.