Harkis: si Roma no paga a los traidores, ¿qué porvenir les espera?

Los ‘harkis’ se siguen manifestando en Francia contra la independencia de Argelia

Entre las leyes que la historia cumple siempre rigurosamente se incluye la de que “Roma no paga a los traidores”. Nunca, porque en cualquier sociedad no hay cosa más despreciable que la traición.

En Argelia a los traidores los llaman “harkis”. Fueron los que durante la descolonización no se pusieron del lado de los suyos, sino del colonialismo. Tras la liberación fueron perseguidos en su propio país y ejecutados ignominiosamente. Unos 50.000 lograron huir a Francia, donde llevan una existencia infernal, junto con sus familias.

En África nadie les quiere por colaboracionistas y en Europa son despreciados por ser moros y musulmanes. Cada 19 de marzo se manifiestan regularmente contra los Acuerdos de Evian por los que Francia concedió la independencia.

Sin embargo, hay gente compasiva que se apiada de ellos, como el Presidente de la República, que el 25 de setiembre les recibió en el Elíseo con los honores propios de la ocasión. Macron lo había prometido durante su campaña electoral.

Pero “en política” hay que poner una vela a dios y otra al demonio. La historia siempre pasa factura, tarde o temprano. Es otra de sus leyes inexorables. Hace un año, cuando Macron estuvo en Argel tuvo que pagar el peaje correspondiente y calificar la colonización francesa como un crimen contra la humanidad, “una verdadera barbarie”, dijo, ese pasado que “debemos mirar de cara para presentar excusas”.

Con los años los colonialistas se arrepienten de sus crímenes, pero no mucho. Nunca hubieran sido lo que son sin sus colonias (y sus crímenes).

Los “harkis” ni siquiera pueden hacer ese doble juego y no les gustó nada que Macron los calificara de “criminales” porque hace 60 años ellos tenían una percepción opuesta de la situación política. Creían que ellos eran los buenos y que el FLN era una organización terrorista que ponía bombas y mataba a personas inocentes.

Hoy Catalunya también tiene sus “harkis”, que defienden el artículo 155 y se ven a sí mismos como españoles cien por cien, e incluso como ambas cosas. Se creen en el lado bueno de la contradicción, pero lo confunden con el lado fuerte. Son los esclavos que están de parte de sus amos, los que suponen que la historia es una foto fija y que la balanza se inclinará siempre del mismo lado.

Como los “harkis”, en el futuro vivirán una existencia indigna (en cualquier parte donde vivan). No sólo ellos, sino también sus familias, sus hijos y sus descendientes. El auténtico pecado original es la traición y pasa de una generación a otra.

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