A finales de noviembre en Estados Unidos empezaron a surgir informaciones de que Rusia y China habían firmado en secreto un acuerdo de defensa mutua. Un artículo publicado en el sitio web Russia Matters del Centro Belfer de la Harvard Kennedy School aseguraba de que cuando Putin visitó Pekín el 4 de febrero, antes de la invasión rusa de Ucrania, firmó con Xi Jinping en secreto un acuerdo “por el que sus países se ayudarían mutuamente en el plano militar, pero sólo en caso de invasión extranjera”.
Un “anexo confidencial” de su acuerdo de 4 de febrero contenía “una garantía de seguridad mutua, algo que Rusia llevaba décadas pidiendo a China pero que hasta ahora no había podido obtener […] Al igual que el artículo 5 de la OTAN -según el cual un ataque contra un miembro es un ataque contra todos- Pekín y Moscú se comprometieron a ayudarse mutuamente en el plano militar en el caso de una invasión extranjera de su territorio y si se cumplían condiciones especiales en cuanto a los motivos de dicha invasión”.
El 2 de diciembre el Washington Post se sumó a esa hipótesis. “Cada día existe el riesgo de que un acontecimiento fortuito convierta esta situación [la Guerra de Ucrania] en una guerra más amplia, que implique directamente a la OTAN”. Incluso si dicha guerra no llegara a ser nuclear, la devastación podría ser inmensa, decía el periódico. Hablar de “Tercera Guerra Mundial” puede ser una exageración, añadía, pero no tiene por qué serlo, sobre todo a la luz de un reciente informe según el cual China y Rusia tienen un acuerdo secreto de defensa mutua.
La existencia de un acuerdo de ese tipo sería algo inesperado en las relaciones entre ambos países, que durante mucho tiempo han evitado formar alianzas y bloques al estilo de la Guerra Fría.
Algunos autores chinos han abogado por esa alianza, pero no es un mensaje oficial del gobierno de Pekín. Un conocido experto chino en política exterior, Yan Xuetong, ha abogado por la formación de una alianza con Rusia, pero nunca dijo que existiera nada parecido y no representa la posición oficial. Yan declaró que “China debería plantearse ofrecer garantías de seguridad a los países vecinos”. No se trataría de ayudarles a invadir a otros, sino de ofrecerles garantías de seguridad cuando otros les invadan a ellos.
Según Yan, “el concepto de alianza está mal entendido en la sociedad. Mucha gente piensa que una alianza significa que si tus aliados entran en guerra, tú entras automáticamente en guerra. Esto no es cierto. Una alianza significa que cuando tu aliado es invadido por otros y libra una guerra de resistencia a la agresión, tú participas automáticamente en la guerra. Un tratado de alianza es ‘te ayudo a protegerte’, no ‘te ayudo a invadir a otros’”.
La distinción entre una obligación que se desencadena al ser invadido y no al invadir es coherente con otras asociaciones chinas. Incluso antes de consolidar su estrecha asociación con Rusia, China mantenía una relación excepcionalmente estrecha con Pakistán. Pero mientras Pakistán ha estado en guerra con India más de una vez, China no ha intervenido ni una sola vez con sus tropas.
La razón es que China ha hecho la misma distinción que Yan. Según Andrew Small, China nunca acudiría en ayuda de Pakistán en conflictos provocados. Pero, según Small, el Presidente Mao Zedong (en el poder de 1949 a 1976) dijo que China podía intervenir si India atacara a Pakistán. Podría acudir en ayuda de su socio si su propia existencia se viera amenazada por una invasión extranjera. Pero no acudiría en ayuda de su socio si fuera el causante de la crisis.
En el caso de la Guerra de Ucrania, China no culpó a Rusia de provocarla, sino que señaló sistemáticamente con el dedo a Estados Unidos y la OTAN. Xi dijo personalmente a Biden que “el núcleo de la crisis ucraniana” eran “las preocupaciones de seguridad tanto de Rusia como de Ucrania”. Las provocaciones estadounidenses eran la raíz del problema. El 23 de junio Xi volvió a insistir en la necesidad de “rechazar la mentalidad y la confrontación de bloques al estilo de la Guerra Fría” y el “comportamiento hegemónico”.
Tanto Rusia como China han abandonado las alianzas al estilo de la Guerra Fría. Aunque su asociación estratégica, extraordinariamente estrecha, se aproxima a una relación casi de alianza, dista mucho de ser una alianza militar.
Apenas unas semanas antes de que Rusia invadiera Ucrania, Xi afirmó que las relaciones entre Rusia y China “superan incluso a las de una alianza en su cercanía y eficacia”. En una declaración conjunta emitida el 4 de febrero por Putin y Xi se afirmaba, quizá por primera vez de forma oficial, que “la amistad entre los dos Estados no conoce límites, no hay ámbitos de cooperación prohibidos”. La declaración añade que se trata de “un nuevo tipo de relación” que es “superior a las alianzas políticas y militares de la Guerra Fría”.
Como parte de esa “férrea” amistad, Rusia y China han realizado maniobras militares bajo un sistema conjunto de mando y control que les ha proporcionado niveles de acceso sin precedentes entre sí, demostrando un altísimo nivel de coordinación estratégica y militar.
El 27 de octubre el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, declaró que “China apoyará firmemente a la parte rusa, bajo la dirección del presidente Putin, para unificar al pueblo ruso a fin de superar las dificultades y las interferencias, alcanzar un objetivo de desarrollo estratégico y seguir reforzando el estatus de Rusia como gran potencia”. Prometió que “China y Rusia profundizarán sus intercambios a todos los niveles”.
Pero, por lo que se sabe, todavía no existen obligaciones de defensa mutua.
La existencia de una garantía recíproca de seguridad confidencial puede no suponer una gran diferencia en la práctica. Un ataque contra un territorio que amenace intrínsecamente a Rusia podría hacer que China pusiera en juego sus propios intereses de seguridad. China no desea enfrentarse a Estados Unidos y la OTAN sin Rusia. Podría verse inducida a acudir en ayuda de Rusia en caso de invasión, no por un acuerdo con Rusia, sino por la preocupación por sus propios intereses de seguridad.
Lo más importante es el poco discutido artículo 9 del tratado chino-ruso de 2001, conocido como Tratado de Buena Vecindad y Cooperación Amistosa. Establece que “cuando surja una situación en la que una de las partes considere que la paz está amenazada y en peligro o que están en juego sus intereses de seguridad, o cuando se enfrente a la amenaza de una agresión, las partes contratantes establecerán inmediatamente contactos y realizarán consultas para eliminar dichas amenazas”.
Independientemente de que exista o no una garantía confidencial de seguridad mutua entre Rusia y China, ambas mantienen una estrecha relación de cuasi alianza, aún en evolución, que “no conoce fronteras” y ya han concluido un tratado para ayudarse mutuamente y eliminar cualquier amenaza a sus respectivos intereses de seguridad.
—https://responsiblestatecraft.org/2022/12/13/have-russia-and-china-signed-a-secret-defense-agreement
Ya entró la OTAN en la Guerra. Gran parte de las armas que actualmente tiene Ucrania son yanquis o de miembros de la OTAN
Yo no me fiaría para nada, de un posible «socio» como China.
Las relaciones entre China y Rusia nunca han sido precisamente buenas.
Además, cabría especular con las circunstancias que han llevado a China y Rusia a «fraternizarse» en estos últimos tiempos (plantar cara al brutal, totalitario y poderoso imperio norteamericano).
Pero no hay que olvidar que China, el segundo país del mundo en PIB, obtiene casi el 70 de su riqueza que es muchísima, «fabricando» para Occidente, por lo cual, a diferencia de Rusia no parecen nada claras sus intenciones en plantar demasiada cara al imperio «Yankee», son unos intereses, unas cifras de negocio enormes los que la tienen vinculada a Occidente.
El imperio chino, en su equilibrio de «tramoyista» intenta tomar una postura moderada tanto en lidiar con Rusia que es su vecino, como con Occidente, que es de donde «come».
Veo a la poderosa China como un peligroso socio para Rusia, como un socio de conveniencia que sólo mira únicamente sus intereses y donde va a intentar «vampirizar» la energía de Rusia comprándola a precios muy baratos, pero no la veo como un socio demasiado colaborador.