La orden se produce inmediatamente después de la pérdida, en Tripolitania (Libia occidental), de un dron de reconocimiento italiano MQ-9A Predator B, seguido de otro, esta vez estadounidense, probablemente un Northrop Grumann RQ-4 Global Hawk, que se perdió al oeste de la capital, Trípoli.
La pérdida de dos drones sofisticados en Libia indica el surgimiento de la guerra electrónica y una nueva potencia de fuego sobre el terreno.
Africom, el mando del Pentágono en África, guarda silencio sobre el tipo de dispositivo que han perdido.
Las fuerzas de Haftar reivindican el derribo del dron italiano y sus partidarios han publicado en internet fotos de los restos carbonizados.
No es la primera vez que Italia pierde drones en Libia.
El país transalpino participa en la Guerra de Libia con el pretexto de la Operación Mare Sicuro, es decir, de los refugiados. Las milicias de Haftar consideran a Italia como uno de los países que apoyan al gobierno de Trípoli.
Desde un punto de vista estratégico, el espacio aéreo libio está abierto a la OTAN y a otros países como Emiratos Árabes Unidos y Egipto, que apoyan abiertamente a uno de los dos principales protagonistas de la guerra.
El único país vecino de Libia con capacidad real para detectar, paralizar, piratear y destruir los drones de la OTAN que se encuentran actualmente en funcionamiento, es Argelia, que no participa en la guerra y hasta ahora sólo ha prestado apoyo diplomático al Gobierno de Trípoli.
En cualquier caso, Argelia, que tiene lazos muy amistosos con Roma a pesar de la reducción a la mitad de las exportaciones argelinas de gas a Italia, no apoya a Haftar, que considera un elemento perjudicial en la escena política libia.
Argelia tiene una opinión muy negativa sobre el establecimiento de bases de aviones teledirigidos en el norte de Níger y de bases secretas de la OTAN en Túnez. Los sistemas argelinos de defensa antiaérea SS-400 controlan regularmente en tiempo real todos los objetos que vuelan desde Libia a Tobruk, cerca de las fronteras entre Cirenaica y Egipto occidental. Sin embargo, Argel, que ha sido excluida del proceso de paz libio por Berlín y París, no interviene en su vecindad y adopta una actitud pasiva, sabiendo que ningún país occidental será capaz de resolver, ni siquiera a largo plazo, el conflicto libio y sus metástasis en el Sahel.
Queda la empresa de mercenarios Wagner, cuya actividad en Libia es muy poco conocida, aunque está presente tanto en Cirenaica como en Tripolitania con algo más de 1.000 efectivos.
La OTAN considera a esta fuerza como cercana al Kremlin. En cualquier caso, sus mercenarios están cada vez mejor armados, especialmente en los sistemas SAM y las contramedidas electrónicas desde una batalla mortal en el este de Siria contra las fuerzas aéreas estadounidenses.
Turquía, que proporciona apoyo militar y financiero al gobierno de Trípoli, tendrá que enviar más refuerzos militares a Tripolitania a través del puerto de Misrata.
Para los turcos, el conflicto en Libia es de suma importancia. Además del petróleo, Libia es históricamente la última provincia otomana africana perdida en 1911.
Ankara también está en su peor momento, con El Cairo y Abu Dhabi apoyando a Haftar. Una posible victoria del gobierno de Tobruk sobre el de Trípoli podría obstaculizar los planes turcos en África.
Cabe señalar que ni Argelia ni Italia quieren una posible victoria del gobierno no reconocido de Tobruk sobre el de Trípoli.