El Golpe de Estado en Túnez del Presidente Kais Said no ha tardado en descubrir sus cartas al cerrar la delegación de la cadena de televisión Al-Jazeera. Es simple: gana Emiratos Árabes Unidos y pierde Qatar.
Tras el fracaso de Haftar, que es la apuesta de Emiratos Árabes Unidos en Libia, el príncipe heredero emiratí Mohammed Ben Zayed refuerza su influencia en el norte de África. Dicho de otra manera, Said es el delegado emiratí en Túnez.
Desde la Primavera Árabe, que comenzó hace 10 años, la cadena Al-Jazeera, sus patrocinadores qataríes y sus tentáculos en la Hermandad Musulmana, se han ganado muchos amigos y muchos enemigos.
La caída de Al-Jazeera arrastra a su aprato político en Túnez: el partido Ennahdha, siempre cercano a los Hermanos Musulmanes.
Al dia siguiente del Golpe de Estado, la policía tunecina desalojó por la fuerza a todos los periodistas presentes en la sede de Al-Jazeera. Es una vulgaridad constatar que no llevaban ninguna autorización judicial, ni la necesitaban tampoco.
Los periodistas que estaban presentes, los mismos que iniciaron la Primavera Árabe, protestaron: después de 10 años no habían avanzado nada desde los tiempos de Ben Ali.
Desde el despido de Ben Ali en 2011, Emiratos Árabes Unidos quiere reforzar su posición en Túnez, donde se juega en parte el futuro de Libia. Le preocupa la frontera entre Túnez y Libia, ahora controlada por el gobierno libio de unidad nacional, con el refuerzo del ejército turco.