El 20 de diciembre, tras la firma de un acuerdo de alto el fuego con una parte de las milicias yihadistas, el Frente Al-Nosra se apoderó de los canales de suministro de agua potable a Damasco y, junto con algunas de sus marcas comerciales, como los Cascos Blancos, envenenaron el agua que consumen cinco millones de personas en la capital siria.
Anoche el oficial fallecido se encontraba trataba de acceder a las plantas potabilizadoras junto con un equipo de mantenimiento para reparar los daños en la conducción cuando cayó muerto. Pocas horas después el ejército regular inició un fuerte bombardeo para tratar de abrirse paso hacia Ain el-Fijé, donde se encuentran los manantiales.
Hacía 24 horas que Al-Ghadbane se había hecho cargo de las negociaciones con los yihadistas para que abandonaran sus posiciones y permitieran la reparación de los conductos de suministro de agua a la población de Damasco.
Ayer la agencia de noticias Sana afirmó que los terroristas habían abierto fuego contra Al-Ghadbane cuando salía de una reunión con los jefes de los grupos armados de Ain el-Fijé.
Por su parte, a pesar de que se presentan como “organizaciones de la sociedad civil”, los portavoces de los yihadistas están llamando a no rendirse a los negociadores de Astana, en referencia al inminente inicio de conversaciones de paz entre el gobierno y algunos grupos yihadistas en la capital de Kazajistán.
Además, pretenden que observadores de la ONU vigilen el cumplimiento del alto el fuego en Wadi Brada y la salida de las tropas del ejército regular, junto con las de Hezbollah.