Hoy vamos a tratar de concretar de una manera práctica lo que la sumisión al enemigo que nos ocupa y oprime comporta. Bien sea dicha sumisión por convencimiento político o por interés exclusivamente personal y con el objetivo de conseguir beneficios personales e individuales. Lo que a continuación relataremos son algunas cuestiones que el estado exige para obtener algún beneficio, repetimos, personal.
En primer lugar el estado exige un total sometimiento a su política penitenciaria en toda su extensión. Eso en la cárcel supone impunidad sin límites para nuestro enemigo. Es decir, exige el cumplimiento de todas las órdenes impartidas a los presos.
Esta cuestión afecta a los presos sociales como a los presos políticos. Las órdenes se cumplirán aunque éstas sean vejatorias. Se ordenarán para constatar la sumisión. Se efectuarán para destruir la personalidad del preso y su condición y posición política, en este caso, la de los presos políticos vascos.
Serán ordenadas para que cada preso actúe únicamente por y para su beneficio personal. En el caso de los presos políticos vascos se exigirá una constante demostración práctica de la ruptura de los lazos políticos con el resto de presos políticos vascos en concreto y presos políticos en general (**).
Para el que se someta a su política penitenciaria será una constante el silencio ante cualquier hecho represivo que se cometa en la cárcel por muy cruel y salvaje que sea. El que se someta tendrá que demostrar con hechos que es insolidario ocurra lo que ocurra.
Si alguien no obedece, si no se somete, si es solidario con otros compañeros, si reivindica su carácter político, si actúa en una dinámica de resistencia colectiva ante los ataques por destruirlo como persona y como militante político, entonces sufrirá una represión sin límites.
Y la represión, además de sufrimiento, trae la pérdida incluso de los “derechos” que confiere el reglamento penitenciario del enemigo y de todos los avances conseguidos por anteriores generaciones de militantes por medio de mil protestas y mucho sufrimiento.
Esas son las alternativas. Sumisión y beneficios individuales cuando el estado quiera y para quien quiera o dignidad y resistencia política con la represión que ello conlleva. La primera, si se acepta la sumisión, está en manos del enemigo. La segunda, junto con una dinámica colectiva y de resistencia en las cárceles, está en manos del pueblo trabajador vasco.
(*) Este artículo es continuación de estos dos anteriores: “Sobre la pérdida del carácter político. Sobre el arrepentimiento. En términos políticos y sin acritud” y “En relación al arrepentimiento”.
(**) Después de 16 años en la cárcel esto es lo que un preso vasco detenido por militar en ETA manifestó hace ya 7 años con objeto de conseguir un permiso de 6 días: “…estoy en contra de la utilización de la lucha armada para cualquier tipo de fin. Me siento profundamente arrepentido de los delitos que he cometido y siento mucho el daño causado a las víctimas… estoy totalmente desvinculado de la banda terrorista ETA… He solicitado y aceptado un destino… Estoy dispuesto a renunciar a una parte del sueldo de mi destino remunerado para cubrir la responsabilidad civil originada por mis delitos… no he secundado ninguna de las protestas que nos piden que hagamos… y sobre todo he manifestado mi rechazo a la lucha armada y mi arrepentimiento por los delitos cometidos y he pedido perdón a las víctimas…” Todo esto por 6 días de permiso. Pues esto y más les exigen hoy en día a los presos políticos vascos.