Los capitalistas y los fondos buitre se frotan las manos con la militarización, tanto del suelo como del cielo. El 26 y 27 de noviembre los países miembros de la Agencia Espacial Europea (ESA) se reunieron en Bremen para acordar el presupuesto del organismo para los próximos años: 22.100 millones de euros.
Un periódico lo ha llamado “el Festival de Eurovisión del espacio”. Cada tres años los ministros de espacio de los 23 estados miembros de la ESA se reúnen en cónclave. La reunión anterior, celebrada en 2023 en Sevilla, aseguró el futuro del Ariane 6 y del cohete Vega C, dio una oportunidad a los minilanzadores y estableció un nuevo modelo contractual con las empresas de transporte espacial basado en la compra de servicios en lugar de equipos.
El primer paso es diseñar lanzadores reutilizables, prescindiendo de los que había utilizado hasta ahora, que eran rusos. En este tipo de eventos los miembros de la ESA deciden las inversiones a lo largo de varios años.
El objetivo es mantener la posición de Europa como potencia espacial y situarse entre los principales actores en esta industria, junto con Estados Unidos, China y Rusia, a la vez que se centra en la cooperación inteligente con India y Japón.
A pesar del aumento del presupuesto en 5.000 millones, Europa invierte considerablemente menos en espacio que Estados Unidos. Representa aproximadamente el 10 por cien de las inversiones en el sector espacial, a la vez que representa aproximadamente el 20 por cien de la economía mundial, o incluso más.
Los buitres están al acecho
Un ejemplo de la industria espacial europea es Hemeria, que tiene su sede en Toulouse y está a punto de ser devorada por el fondo buitre francés FCDE. La empresa cuenta con 400 trabajadores y se dedica al desarrollo de satélites, globos estratosféricos y equipos de seguridad electrónica para submarinos.
El martes anunció que está negociando la entrada del fondo de inversión como accionista mayoritario. FCDE ya ha recaudado 1.100 millones de euros desde 2009 e invertido en empresas estratégicas, como el Grupo Bertin y Exens.
Podría adquirir más del 60 por cien del capital de Hemeria. Se espera que la operación se cierre en el primer trimestre del año que viene.
Desde su creación, Hemeria se ha centrado en la producción militar. Su creación surgió a raíz de una decisión del gobierno francés: cuando el grupo alemán Hensoldt adquirió el fabricante de electrónica Nexeya en 2019, tuvo que desinvertir en ciertas actividades estratégicas, lo que condujo a la creación de la empresa.
Desde entonces ha experimentado un crecimiento explosivo. Comenzó con 118 tabajadores y una facturación de 23 millones de euros. Hoy en día cuentan con una plantilla de 400 y una facturación de 70 millones de euros.
Desde su creación Hemeria ha adquirido cuatro empresas (Eolane, Opensci, CNIM Air Space y Astareon) y esperan que con el dinero del fondo puedan seguir adelante con la centralización de capital.
En seis años la empresa se ha consolidado como cabecera en los sectores espacial y militar. Su globo de vigilancia BalMan, que opera en la estratosfera, cuenta con el apoyo del Ministerio de Defensa francés como parte de su nueva estrategia de gran altitud.
Como fabricante de satélites y proveedor de los 25 satélites de la constelación francesa Kineis, diseñada para el “internet de las cosas”, Hemeria se beneficia de la militarización del espacio. El mercado está en auge: el 12 de noviembre, Macron anunció que las actividades espaciales del Ministerio de las Fuerzas Armadas francesas recibirían 4.200 millones de euros adicionales como parte de la actualización de la ley de gasto militar, además de lo ya asignado.
El ejército francés ha seleccionado a Hemeria para fabricar sus primeros satélites de patrulla, denominados Orbit Guard y Tutatis, para inspeccionar y contrarrestar las amenazas en órbita. Su despliegue está previsto para 2027.