La mayoría de las bases estadounidenses se construyeron después de la Segunda Guerra Mundial. La Guerra de Corea, así como la Guerra Fría contribuyeron a acelerar la expansión de la infraestructura militar del país norteamericano a otros países.
En un intento de contener al comunismo, las fuerzas de Estados Unidos se expandieron por todo el planeta, particularmente por las regiones consideradas por Washington vulnerables a la influencia de la URSS. De ahí la presencia de bases en países donde no hay ningún tipo de conflicto, como las 227 que tiene en Alemania, algo que era entendible en la época de la Guerra Fría y con el país dividido por una muralla.
Pero más de 20 años después del fin de la Guerra Fría, gran parte de la infraestructura militar construida en la Guerra Fría sigue estando operativa, lo cual carece de justificación. Hoy no hay ningún país que se acerque ni de lejos al potencial militar de Estados Unidos, y sin embargo, esa presencia masiva en el extranjero continúa siendo un elemento fundamental de la política exterior norteamericana.
Los políticos de ese país mantienen el discurso oficial. Para convencer a los congresistas y opinión pública de que ese gigantesco desembolso económico está justificado, afirman que es básico para garantizar la estabilidad.
La existencia de esa red planetaria no ha impedido que ocurran guerras imperialistas en Iraq y Afganistán.
¿Cuál es su función? Mantener la ficción de que Estados Unidos gobierna el mundo. Los cuatro elementos principales de la estrategia de dominación del mundo por los imperialistas son el control de la economía mundial y los mercados financieros, la mano puesta sobre todos los recursos naturales (materias primas y recursos energéticos) neurálgicos para el desarrollo de su poder en la perspectiva de las actividades de las multinacionales, la puesta bajo tutela de 191 países miembros de la ONU y, finalmente, la conquista, la ocupación y la vigilancia de estos elementos gracias a una red de bases o instalaciones militares que cubren el conjunto del planeta (continentes, océanos y espacio ultraterrestre).
Por eso, cuando se prolonga una amenaza como la del Califato Islámico o Estados Unidos resulta incapaz de controlar Afganistán, en vez de cuestionar el principio militarista, lo que los políticos y medios discuten es si necesitan más aviones, más tropas sobre el terreno, más bombas contra el enemigo, más bases en el extranjero. En definitiva, no hay ningún problema estratégico que no se pueda solucionar arrojando más bombas.
“Es un sistema militar masivo que asegura la influencia de Estados Unidos en todos los rincones del planeta, y dado el carácter indiscutible de esta estrategia generalizada, no es probable que pronto se produzca algún cambio”, escribe Vox (*).
Recientemente Estados Unidos ha ampliado su presencia militar también en Latinoamérica. La base aérea estadounidense de Soto Cano en Honduras, conocida también como Palmerola, a 86 kilómetros de Tegucigalpa, cuenta con una nueva unidad especial.
Lo mismo cabe decir de la base militar en Morón de la Frontera, en España.
Hola, agradecería que no se nombrara como "Califato Islámico" al dicho. No es más que seguir la malintencionada propaganda de convertir un grupo de mercenarios en un estado "justificado" con la religión. Utilizad el nombre "Daesh" que es el término despectivo que utilizan las milicias, también musulmanas, que luchan contra él.
Muy buen blog, saludos 🙂