Estados Unidos y Ucrania guardan deliberadamente silencio sobre las actividades de los laboratorios de guerra biológica, dice el general Igor Kirilov, jefe de las Tropas de Defensa Radiológica, Química y Biológica del ejército ruso.
De acuerdo con la Convención sobre la Prohibición de Armas Biológicas y Tóxicas, los Estados parte deben comunicar a la ONU información sobre las instalaciones y actividades biológicas en curso.
“Se trata de medidas de confianza que se publican para supervisar la aplicación del convenio. Desde 2016, cuando comenzaron los proyectos mencionados, Estados Unidos y Ucrania han guardado deliberadamente silencio sobre ellos en los informes internacionales, a pesar de su clara orientación relacionada con las armas biológicas. Este secretismo es otra razón para preguntarse por los verdaderos objetivos del Pentágono en Ucrania”, agregó Kirilov.
Seis familias de virus, incluidos los coronavirus, y tres tipos de bacterias patógenas han sido obtenidos durante los proyectos de Estados Unidos en Ucrania, explicó Kirilov.
Los laboratorios ucranianos fueron los principales ejecutores del proyecto P-782 que estudia la transmisión de enfermedades a través de murciélagos. La investigación era sistemática y se llevaba a cabo desde al menos 2009 bajo la supervisión directa de especialistas estadounidenses en el marco de los proyectos P-382, P-444 y P-568, precisó Kirilov.
“En el curso de estos proyectos se identificaron seis familias de virus y tres tipos de bacterias patógenas [peste, brucelosis y leptospirosis]. Esto se debe a las principales características de estos agentes patógenos que los hacen atractivos para la infección: resistencia a los medicamentos, rapidez de propagación de los animales a los humanos, etc.”, dijo Kirilov.
El ejército ruso tiene una serie de documentos “que confirman el hecho de la transferencia de muestras biológicas recogidas en Ucrania al territorio de terceros países, entre ellos Alemania, Reino Unido y Georgia”. Los patógenos que se estudiaban en los laboratorios ucranianos en el marco de un proyecto de Estados Unidos eran autóctonos y su propagación podría hacerse pasar por un brote surgido de manera natural.
“El interés de los biólogos militares estadounidenses se debe a que estos patógenos tienen focos naturales tanto en Ucrania como en Rusia, y su uso podría hacerse pasar por brotes naturales de enfermedades”, detalló. Se trataba de bacilos de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, leptospirosis y hantavirus.
Los laboratorios del Ministerio de Defensa ucraniano situados en Kiev, Odesa, Lviv y Jarkov recibieron de Estados Unidos un importe total de 32 millones de dólares. El militar ruso enseñó a los periodistas un documento fechado del 6 de marzo de 2015 que confirma la participación directa de Estados Unidos en la financiación de proyectos de los que se encargaba, en particular, la jefa de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa del Pentágono ante la embajada estadounidense en Kiev, Joanna Wintrol.
El 8 de marzo el Ministerio de Exteriores de Rusia informó que se habían hallado documentos de la red de laboratorios que operaban en Ucrania y que sustentaban las quejas contra Estados Unidos por las violaciones de la Convención para la Prohibición de las Armas Bacteriológicas y las Toxínicas (CABT).
La documentación capturada revela que los laboratorios ucranianos destruyeron apresuradamente patógenos altamente peligrosos de la peste, ántrax, tularemia, cólera y otras enfermedades mortales el 24 de febrero, el mismo día que las fuerzas de Rusia iniciaran la operación especial en ese país.
La portavoz del Ministerio ruso de Asuntos Exteriores, María Zajarova, aseguró que esos laboratorios intentaron eliminar las evidencias para evitar que se descubrieran violaciones del artículo 1 de la CABT por parte de Ucrania y Estados Unidos.
Desde Washington, la secretaria de Estado adjunta para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, admitió que Ucrania albergaba varios laboratorios biológicos.
El 10 de marzo el Ministerio de Defensa de Rusia presentó un informe en el que afirmó que en esos laboratorios se hacían experimentos con el coronavirus de los murciélagos. El informe del Ministerio ruso consignó además que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN habrían estado creando agentes biológicos capaces de atacar de forma selectiva a determinados grupos raciales.
Otro de los proyectos denominado UP-4 estudiaba la posibilidad de usar a las aves migratorias para propagar enfermedades peligrosas como la gripe aviar H5N1, cuya letalidad alcanza el 50 por cien en seres humanos, así como la infección Newcastle, altamente contagiosa que afecta a las aves.
Estados Unidos niega todas las acusaciones, aunque rechaza inspecciones internacionales.
El embajador de Rusia ante la ONU, Vasili Nebenzia, denunció el 11 de marzo en el Consejo de Seguridad del organismo internacional, que Estados Unidos bloquea desde 2001 un protocolo legalmente vinculante de la Convención de Armas Biológicas y Bacteriológicas sobre la creación de un mecanismo de verificación efectivo para garantizar su cumplimiento. “Esto puede llevarnos a pensar que Estados Unidos tiene algo que ocultar”, advirtió.
Nebenzia alertó al resto de países europeos que el continente podría verse afectado por un brote de un agente biológico procedente de los laboratorios ucranianos, vinculados a Estados Unidos.
China instó a Biden a explicar los programas de armas bacteriológicas de su país dentro y fuera de su territorio.
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