Estados Unidos va a financiar el alineamiento de Finlandia con la política de la OTAN. El país escandinavo perdió su autonomía política al perder su neutralidad militar, un frágil equilibrio obtenido tras la Segunda Guerra Mundial, debido a su condición de aliado de la Alemania nazi. Ahora Finlandia repite los mismos errores.
Como muchos otros países europeos, durante la Segunda Guerra Mundial Finlandia se alió con los nazis. Al final de la guerra llegó a un acuerdo y, a cambio de su autonomía política, aceptó su neutralidad militar. En 1948 se firmó un Tratado de Amistad con la Unión Soviética, que estipulaba que Finlandia no participaría en ninguna coalición militar occidental.
El compromiso de Finlandia se erosionó con la caída de la URSS. En 1994 se estableció la cooperación entre la OTAN y Finlandia, obviamente en nombre de la paz en la llamada “Asociación para la Paz”. De este modo, Finlandia viola el tratado de 1948, siendo Rusia el continuador legal de la URSS. Pero en los años noventa, Rusia tenía otras cosas de las que preocuparse, ya que ella misma se encontraba en la resbaladiza pendiente de la claudicación.
Con el paso de los años, la integración de Finlandia se va produciendo poco a poco y aprovechando la reacción de Rusia en Ucrania, olvidando que la OTAN lleva años preparando a Ucrania para la guerra, encuentra la excusa adecuada: ha llegado el momento de convertirse en miembro de pleno derecho de la OTAN. Turquía está arrastrando un poco los pies para ganar ventaja política, pero cuando llegue la orden, se estrellará como los demás.
Estados Unidos comprende que, más allá de la casta política, que ya se ha vendido, también es necesario trabajar sobre la sociedad, para que acepte lo que conlleva la entrada en la OTAN. Se ha asignado un presupuesto de 200.000 dólares a la embajada estadounidense en Finlandia para este fin.
Los proyectos presentados deben contener elementos de la cultura estadounidense y expertos estadounidenses. Aquí encontramos la lógica imperial estadounidense hacia sus colonias. Es su concepción de la “comunidad internacional” y una “cooperación” que, en última instancia, es unilateral.
Se presta especial atención a la imagen de la OTAN, que sin duda la necesita. Los proyectos sobre la clarificación del trabajo y el papel de la OTAN son bienvenidos.
No se trata de poner en marcha una gran maquinaria, que no es necesaria, ya que en la sociedad finlandesa se trabaja en profundidad desde hace mucho tiempo. Se trata más bien de crear una red de fieles seguidores, financiados a bajo coste, en la sociedad civil, en el mundo periodístico, empresarial o en los círculos académicos, a los que se apunta especialmente en este caso.