El ejército ucraniano sigue disparando contra la población civil. Los bombardeos rusos sobre Ucrania continúan, la movilización ha terminado, pero hay silencio en el frente. No ocurre nada militarmente significativo. No hay progresos ni retrocesos aparentes.
El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, viaja a Kiev para levantar la moral de sus lacayos y Estados Unidos sigue anunciando más ayuda militar a Ucrania: “He informado al presidente Zelensky de que, en virtud de una delegación de autoridad del presidente, estoy autorizando nuestra vigésima entrega de armas y equipos estadounidenses para Ucrania desde septiembre de 2021. Esta liberación de fondos por valor de 675 millones de dólares incluye armas, municiones y equipos adicionales de las reservas del Departamento de Defensa de Estados Unidos que las fuerzas ucranianas utilizan con tanta eficacia en la defensa de su país”.
A principios de septiembre el Departamento de Estado anunció un paquete de ayuda de 2.800 millones de dólares. La ayuda militar no es sólo para Ucrania, sino también para los países vecinos, es decir, para la frontera xde Rusia, lo que subraya el deseo de desestabilizar la región:
“Hoy informamos al Congreso de nuestra intención de poner a disposición 2.200 millones de dólares adicionales en inversiones a largo plazo en financiación militar externa para reforzar la seguridad de Ucrania y de 18 de sus vecinos, incluidos muchos aliados de la OTAN, así como de otros socios de seguridad regional potencialmente amenazados por futuras agresiones rusas”.
En octubre el Pentágono siguió anunciando más ayudas: “Estados Unidos proporcionará 725 millones de dólares en ayuda adicional a Ucrania, lo que eleva el importe total del apoyo de Washington a Kiev a 18.300 millones de dólares. El nuevo paquete incluye munición para Himars -un lanzacohetes montado en vehículos blindados ligeros muy útil en la contraofensiva del ejército ucraniano-, 23.000 proyectiles de artillería, 5.000 minas antiblindaje, 5.000 armas antitanque y 200 vehículos de transporte”.
El viernes de la semana pasada se repetía cantinela: más ayuda militar estadounidense por valor de 400 millones de dólares a Ucrania. La portavoz del Pentágono, Sabrina Singh, dijo a los periodistas que Estados Unidos financiaría la mejora de 45 tanques T-72 y misiles Hawk para la defensa aérea de Kiev.
No cabe ninguna duda: la posición estadounidense es la de un país beligerante, es decir, que forma parte de la guerra. Sin embargo, al mismo tiempo, el Wall Street Journal asegura que Estados Unidos está manteniendo conversaciones secretas con Rusia para “evitar una escalada del conflicto” (*). Los interlocutores son Sullivan, Ushakov, asesor de Putin y el secretario del Consejo de Seguridad, Patrushev.
En el artículo la expresión “evitar una escalada del conflicto” explica la intoxicación mediática de los últimos días acerca del riesgo de guerra nuclear. Para el futuro la charlatanería periodística dirá que gracias a negociaciadores como Sullivan se evitó lo peor: que los rusos lanzaran bombas nucleares a la desesperada.
Este tipo de negociaciones no son nada nuevo en la Guerra de Ucrania; han existido antes y durante la guerra. Pero ahora la palabra “negociación” empieza a estar en boca de todos los políticos de renombre y ocupa las primeras planas de los grandes medios de comunicación.
Los periodistas de guerra rusos muestran su extrañeza: “La línea del frente no ha cambiado, los ataques del enemigo están siendo rechazados con confianza y pérdidas para las fuerzas armadas ucranianas. Sin embargo, siguen circulando rumores sobre la retirada a la orilla izquierda y la rendición de Jerson”.
Los rumores van acompañados de la evacuación de civiles de la orilla derecha de la ciudad, que preocupa a los habitantes, tanto más cuanto que precede a un abandono del territorio evacuado. La preocupación se vio reforzada por las declaraciones de Stremussov, vicegobernador de la región: “Siempre estoy con la gente, entiendo que la gente debe ser mi base, porque yo mismo soy un residente de Jerson. Lo más probable es que nuestras unidades, nuestras tropas vayan a la orilla izquierda de la región de Jerson. Las personas que no han tenido tiempo de salir de Jerson deben salir lo antes posible”.
En efecto, huele a negociación. La retirada rusa de Jerson sería presentada como un triunfo de la “ofensiva ucraniana”, que obligó a los rusos a ceder. Pero ese es el punto de vista occidental. El Kremlin va a tener muchos más problemas para vender la moto a su público porque ahora Jerson está bajo la soberanía de Rusia. El abandono de Jerson es el abandono de una parte del territorio patrio. En Rusia eso son palabras mayores.
(*) https://www.wsj.com/articles/senior-white-house-official-involved-in-undisclosed-talks-with-top-putin-aides-11667768988