España arranca en la UE el sálvese quien pueda con el viaje de Pedro Sánchez a China

Al margen del discurso «patriótico» y «europeísta» que se maneja en Bruselas, la dependencia de España hacia China es estructural, marcada por un déficit comercial crónico y una especialización asimétrica en sectores críticos que incluso afecta a la seguridad nacional. Lo que está en juego con la política de aranceles de Estados Unidos es el chantaje de este país hacia los miembros de la UE, y esto pone a España al borde de un precipicio.

En el año 2024, España importó 20.746 millones de euros de China y exportó 7.467 millones. El déficit comercial se destaca como histórico y creciente desde 2022. China es el cuarto socio comercial, el segundo proveedor y el duodécimo cliente de España. Las importaciones clave incluyen equipos de oficina, textiles y, cada vez más, automóviles, mientras que las exportaciones españolas están dominadas por productos químicos y minerales. Esto implica un déficit comercial estructural, con una fuerte dependencia de España de las importaciones del gigante asiático.

China tiene en España inversiones en energía solar, baterías y redes de telecomunicaciones que suponen una dependencia estructural, cuyo corte abrupto supone una ruina muy grave para la economía española. China representa el 10% del total de importaciones españolas y la sitúa como el segundo proveedor de España, solo por detrás de la UE.

La estrategia de los inversores es muy sencilla y está exenta de cualquier doble rasero: simplemente no impone condiciones y ofrece condiciones más ventajosas que los cowboys formados en Wall Street.

Si bien las inversiones chinas en España han disminuido recientemente, sin embargo sus fondos soberanos han recaído en áreas tan diversas como Urbaser (residuos urbanos), Mediapro (audiovisual), Redexis (gas natural domiciliario) y proyectos de energías renovables como el de Three Gorges. Se trata de áreas clave de infraestructura, especialmente la energética. La inversión total en diez años fue de 9.585 millones de euros, una cifra considerable.

China genera cerca de 24.363 empleos directos en 2022, y es además el suministro de recursos estratégicos en sectores clave como la energía y la minería, y sus inversiones en infraestructuras críticas en España han superado los 11.347 millones de euros acumulados hasta ese año. Todo esto sin contar con que terminales estratégicas en puertos (China Shipping) y redes de telecomunicaciones (Huawei y ZTE) también tienen presencia de este país.

Todo esto explica la magnitud del problema que se le presenta a la economía española y a su gobierno si acepta el órdago de Estados Unidos (que es lo más probable). Un corte abrupto con China tendría efectos lisa y llanamente paralizantes, especialmente en energía, automoción y farmacia, con caídas del PIB y empleo que tendrían efectos más allá de los económicos, sino de seguridad nacional.


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