Se veía venir. No han bastado las loterías, ni los bingos, las quinielas, ni los regalitos. El alcalde de Moscú no ha parado hasta que no ha obligado a sus vecinos a vacunarse a la fuerzas, por las buenas o por las malas, en oposición a la legislación federal que lo impide.
Es un pulso contra el Kremlin. Putin es partidario de la vacunación, pero sólo si es voluntaria, un criterio en el que las dos cámaras del parlamento ruso están de acuerdo.
En los países realmente federales, las competencias en materia de sanidad están normalmente atribuidas a los órganos locales, e incluso municipales, como en las grandes ciudades rusas.
Pero la salud no lo es todo. La competencia sobre derechos y libertades fundamentales concierne al Parlamento, y lo que es peor: es un asunto constitucional. Forma parte de las tradiciones democráticas de los países países que aún conservan ese tipo de reliquias, algo que en un país fascista, como España, es difícil de entender.
El alcalde Sobianin tampoco lo entiende y, aunque reconoce que la vacunación es una cuestión personal, cuando alguien sale a la calle, la cosa cambia. Los derechos desaparecen y, como dicen en España, la salud está por encima de todo (aunque no sepan explicar muy bien qué es lo entienden por “salud”).
Como antes el terrorismo, la salud está siendo un pretexto ideal para acabar con los derechos y libertades en medio del aplauso general. ¡Vivan las cadenas!
Hace unas semanas, Putin reafirmó que, aunque la vacunación es importante, debe seguir siendo voluntaria. En la Duma, la cámara baja del Parlamento ruso, los diputados se negaron el martes a votar un proyecto de ley que introduce la vacunación contra el coronavirus en el calendario de vacunaciones públicas, porque no se incluía el carácter voluntario de la misma.
El 2 de junio la presidenta de la Cámara Alta del Parlamento ruso, Valentina Matvienko, declaró de forma contundente la ilegalidad de la vacunación obligatoria en Rusia: “Me gustaría confirmarlo una vez más: todos estamos a favor de que no se produzca la vacunación obligatoria, ya que sería una profunda violación de la legislación y los principios que existen en nuestro país”.
Ayer el alcalde Sobianin introdujo la vacunación obligatoria, en abierta y frontal oposición a las autoridades federales, y su argumento es totalmente demagógico: “En los últimos días han muerto más de 70 personas”, dice, aunque no clara lo más sencillo: ¿de qué han muerto?, ¿cuántas personas mueren diariamente en Moscú?
El jefe de los servicios médicos municipales ha adoptado la lista de categorías a las que se dirige la vacunación obligatoria: aproximadamente el 60 por ciento de los trabajadores de entre 18 y 60 años.
Más información:
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Preguntadle a es fascista cuánto le pagaron o si lo hace tan solo por cooperar al exterminio en marcha.