El periódico se basa, ¡como no!, en un informe del FBI que, por cierto, no tiene en cuenta que los responsables de la central han reconocido que no ha sido pirateada. Pero, ¿a quién le importa ese pequeño detalle?
“Se ha detectado […] un código [informático] asociado a la operación rusa de pirateo en el sistema suministrador [de electricidad] de Vermont, según responsables americanos”, dice el artículo al principio. Al código lo han bautizado como “Grizzly Steppe”.
El Washington Post infla el asunto con unas declaraciones del gobernador demócrata de Vermont, Peter Shumlin, en las que califica a Putin de “uno de los mayores gamberros del mundo” y concluye así: “Este episodio destaca la necesidad urgente de que nuestro gobierno federal persiga vigorosamente y ponga término a este tipo de injerencias rusas”.
Puestos a despotricar, el senador por Vermont Patrick Leahy no se queda a la zaga y en un comunicado habla de “pirateo financiado por el Estado ruso”.
A partir de aquí, con la “información” de un periódico tan “prestigioso” como el Washington Post, respaldado por el informe de “responsables americanos” (el FBI) y las declaraciones del gobernador y un senador, ya está orquestada la campañita en todo el mundo. Como se dice ahora en términos informáticos, se ha convertido en “viral”.
Así, la agencia de prensa AFP titula un despacho: “Piratas rusos penetran en un suministrador de electricidad americano”.
La víctima del ataque informático es la empresa Burlington Electric que, por lo visto, no se apercibió de que habían atacado sus servidores y tuvo que ser alertada de ello por esas “autoridades responsables” (el FBI). Entonces se ponen a revisar sus equipos informáticos y encuentran lo siguiente:
– el código malicioso “Grizzly Steppe” sólo está presente en un único ordenador portátil
– se introdujo en él a través de un correo electrónico
– el ordenador no está conectado a las instalaciones
La conclusión es blanco y en botella: ningún pirata informático ha entrado en el sistema del suministro eléctrico de Vermont. Mala suerte para el Washington Post. Otro día será. Mientras tanto, hay que seguir mejorando porque, de lo contrario, se nota mucho. Por ejemplo, antes de publicar nada podían haber preguntado a la empresa atacada, pero no lo necesitaban porque es intolerable que la realidad te estropee una buena noticia.
El crédito de quienes hasta ahora han sido los grandes dinosaurios de la prensa imperialista se hunde. Se están convirtiendo en el hazmerreir del mundo entero. El 31 de diciembre Hopkins escribió un magnífico artículo sobre ello en CounterPunch (2) calificando a los medios de comunicación y, en particular al Washington Post, de “guardianes de la realidad”, de campaña de marketing, de macarthismo…
Lo mismo hace Glenn Greenwald en The Intercept en relación a la intoxicación sobre el ataque informático a la central eléctrica de Vermont: la histeria a causa de las amenazas procedentes de Moscú forma parte de la “cultura” estadounidense, algo irracional que los políticos y los medios cultivan con esmero.
Sabemos que todas esas informaciones son mentira, y ellos saben que lo sabemos. Pero eso no importa porque la ley de la transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos funciona siempre: una mentira que se repite un millón de veces se convierte en su contrario, en una verdad. No falla nunca.
(2) http://www.counterpunch.org/2016/12/06/manufacturing-normality/
(3) https://theintercept.com/2016/12/31/russia-hysteria-infects-washpost-again-false-story-about-hacking-u-s-electric-grid/