Según dicho experto, el Califato Islámico presta dos servicios estratégicos a Israel, Estados Unidos y occidente. En primer lugar es un nido de avispas que atrae hacia sí, hacia sus dominios en Siria e Irak a los musulmanes radicales del mundo entero. Eso les mantiene ocupados y les distrae de sus objetivos potenciales en occidente.
Con el Califato Islámico esos terroristas van a matar musulmanes a Siria, Irak y Oriente Medio, en lugar de atacar a los occidentales. Por lo tanto, según Besa, si el Califato Islámico no existiera, esos radicales se volverían hacia occidente para cometer atentados masivos.
“El hundimiento del Califato Islámico va provocar una diáspora terrorista que podría radicalizar a los inmigrantes musulmanes en occidente”, indica el informe.
En segundo lugar, añade Besa, el Califato Islámico es enemigo de los enemigos de occidente, a saber Irán, Rusia, Hezbollah y el régimen de Bashar Al-Assad. “Sólo la locura estratégica que prevalece actualmente en Washington puede considerar la destrucción del Califato Islámico como positiva, cuando no hará más que mejorar la potencia del eje Moscú.Teherán-Damasco”, sugiere el informe.
“La derrota del Califato Islámico estimulará la hegemonía iraní en la región, reforzará el papel de Rusia y prolongará la tiranía de Assad. Teherán, Moscú Damasco no comparten nuestros vaores democráticos”, concluye el informe.
Besa sigue las enseñanzas del Talmud: “cuanto peor esté tu vecino, mejor para tí”. El salvajismo, la inestabilidad y las crisis de los demás es lo mejor para la supervivencia del Estado de Israel.