¿Quién dijo que los contagios no conocen fronteras, etnias ni religiones? Las únicas vacunas que han llegado a los territorios palestinos ocupados son para los colonos ilegales.
El gobierno israelí proclama a los cuatro vientos que está vacunando más rápido que ningún otro del mundo, aunque a 2,7 millones de palestinos no les ha llegado nada.
Por el momento Israel ha vacunado a más un millón de personas, el 12 por ciento de su población, a un ritmo de 150.000 al día.
Hay cosas que están muy por encima de la medicina, incluso cuando se trata de infecciones y contagios. Los muros, como el de Gaza, se levantaron para que los virus no puedan saltarlos.
Sin embargo, cada día miles de trabajadores palestinos cruzan las verjas para cumplir con su jornada laboral en Israel, pero antes de cruzar dejan los virus en la entrada.
Amnistía Internacional ha acusado a Israel de llevar el apartheid a la sanidad. “El programa de vacunación COVID-19 de Israel remarca la discriminación institucionalizada que define la política del Gobierno israelí hacia los palestinos”, según Saleh Higazi, subdirectora regional de Amnistía Internacional en Oriente Medio.
Los médicos de Israel no parecen protestar por lo más elemental: no sirve de nada vacunar a unos (judíos) y no vacunar a otros (palestinos).
Como suele ocurrir, Palestina tiene que esperar a la caridad. La Organización Mundial de la Salud tiene un proyecto, llamado Covax, para vacunar a los países más pobres.
Pero Covax sólo vacunará al 20 por ciento de los palestinos y las vacunas que les van a inocular aún no han obtenido la aprobación provisional.
Mejor para los palestinos no creen? Quien quiere ese veneno.