Nuzzi escribió en 2008 otro libro, Vaticano S.A., donde sacó a la luz el descontrol del Instituto para las Obras de Religión. En 2012 publicó “Su Santidad, las cartas secretas de Benedicto XVI” que revelaba varias conjuras y trapos sucios en la autocracia católica. La obra estaba documentada con cerca de 300 escritos del anterior papa alemán, por lo que le obligaron a dimitir.
Los documentos revelan cuentas bancarias a nombre de papas ya fallecidos. Juan Pablo I tiene un saldo de 110.864 euros en el Banco Vaticano y Pablo VI tiene dos cuentas corrientes con 400.000 euros.
En julio de 2013 el actual papa argentino creó una comisión, denominada Cosea, para conocer los desfalcos financieros del Vaticano. El sacerdote español Lucio Ángel Vallejo Balda, al que la Gendarmería vaticana detuvo por filtrar documentos confidenciales, fue secretario de dicha comisión.
El Vaticano es una autocracia absolutamente opaca, el mayor paraíso fiscal del mundo, que fomenta el mercado negro. En aquel paraíso (fiscal) nadie paga impuestos y no hay IVA, aunque se llevan a cabo todo tipo de negocios y transacciones comerciales: venta de gasolina, ropa, aparatos electrónicos…
El estanco del Vaticano, con 10 millones de euros de ingresos al año, es la segunda fuente más importante de financiación de la autocracia católica.
Aunque cuenta con unos 6.000 funcionarios, existen más de 40.000 tarjetas para eludir el pago de impuestos. Los curas compran mercancías a bajo precio que después revenden en otros países.
El Vaticano es una gran inmobiliaria. Su patrimonio en Roma es inmenso. Tiene 5.000 inmuebles en el centro que están exentos de pagar ni tan siquiera un euro de alquiler o impuestos.
A pesar de su voto de pobreza, los cardenales viven en apartamentos de unos 200 a 700 metros cuadrados en el centro histórico de Roma y no pagan absolutamente ningún alquiler por ello. Por ejemplo, el
cardenal español Antonio Cañizares Llovera reside en un apartamento de
333 metros cuadrados en pleno centro de la ciudad.
Las beatificaciones y santificaciones son otra de las máquina de hacer dinero que tiene el Vaticano. No se basan en los milagros que haya realizado el candidato, sino en el dinero que pague a la curia. Uno puede convertirse en santo por el módico precio de 500.000 euros de media. «Para abrir una causa de beatificación pueden ser necesarios unos 50.000 euros, a los que después hay que añadir al menos otros 15.000 para los costes de la operación», afirma el periodista italiano.
La fabricación de santos y beatos llegó a su cumbre en la época de Juan Pablo II, que beatificó a 1.338 farsantes y santificó a otros 482 de la misma calaña.
La caridad vaticana es otro «agujero negro». Cada año se publica cuánto dinero obtiene la Santa Sede de esta manera, pero no cómo se gastan estos fondos. De los 53,2 millones de euros obtenidos por el Óbolo de San Pedro en 2012, sólo unos 11 millones se destinaron a obras de caridad.