Como todos los nazis modernos, el TWP no se reconoce a sí mismo como tal; ni siquiera habla de la superioridad de la raza blanca. Es el típico al que la televisión aludiría como de “extrema derecha”, ultra, “islamófobo” o “nacionalista”. Hoy los nazis no saben ni que lo son.
En su web preconizan la defensa de la identidad “europeo-americana” pero rechazan la “supremacía racial” y creen que todos los pueblos del mundo deben defender su patrimonio y su identidad racial, cultural y religiosa frente a los ataques extranjeros. Quizá se refieran a que en Hollywood dejen de proyectarse tantas películas africanas o asiáticas…
Cuando llamaron a la concentración de Sacramento, la organización antifascista local reaccionó inmediatamente para impedir, convocando otra paralela a la que se sumaron numerosos emigrantes. En la convocatoria publicaron una foto del máximo dirigente del TWP, Matthew Heimabch, en la que se le veía golpeando a una negra durante un mitin de Donald Trump.
Al llamamiento antifascista se sumaron varias organizaciones, hasta el punto de que en la calle superaron en número a los que calificaron como “la canalla neonazi”. Una de las pancartas llevaba el lema “El único fascista bueno es el fascista muerto”. Antes de empezar la manifestación empezaron los palos, los cuchillos y los puñetazos, que alcanzaron a algunos cámaras de la prensa que intentaron grabar a los antifascistas.
En California la prensa habló que el centro de Sacramento había quedado como una “zona de guerra”. Al menos siete personas fueron apuñaladas y el número de hospitalizados es de nueve. Otros padecen heridas menores.