El 22 de julio se firmó el acuerdo tripartito (Ucrania, Rusia, Turquía), con el visto bueno de la ONU, para vender una parte de los diez mil millones de euros de cereales que siguen almacenados en los puertos del Mar Negro. Ucrania necesitaba financiar la continuación de la guerra.
Sin embargo, apenas una docena de barcos cargados de grano han salido de los puertos ucranianos del Mar Negro. Nadie quiere el trigo ucraniano. Egipto ha cancelado todas las compras que tenía firmadas.
El 1 de agosto zarpó de Chornomorsk el primer buque ucraniano cargado de grano, el “Razoni”, que desde entonces va dando tumbos por los mares. Su primer cliente en el Líbano hizo su pedido antes de la guerra y ya no quiere el trigo porque dice que es de la mala calidad. Se ha deteriorado tras las semanas que lleva almacenado en la bodega.
El barco está ahora vagando por el mar. Es habitual que los barcos zarpen sin saber exactamente quién será su cliente final, ya que el fletador espera la mejor oferta en función de unos precios volátiles de las materias primas agrícolas.
¿Les habían contado en la televisión que el trigo iba destinado a los países hambrientos del mundo? No; se lo lleva el mejor postor.
Se ha presentado un nuevo comprador en Mersin, en la costa sur de Turquía. Pero sólo le interesa el 5 por cien de las 26.000 toneladas de trigo del “Razoni”. ¿Qué pasa con el resto?
Turquía no figura en la lista de países afectados por la escasez de trigo y maíz procedentes de Ucrania. Se lo llevará algún especulador. Lo comprará a bajo precio para luego revenderlo, aunque se encuentre en mal estado.
En otras palabras, como es sabido de sobra, el trigo ucraniano no va a saciar el hambre en el mundo. Es imposible reanudar el comercio de cereales desde Ucrania. El acuerdo tripartito es otro paripé para consumo de las televisiones del mundo entero.