El 17 de marzo el Tribunal Penal Internacional de La Haya emitió una orden de detención contra Putin y la defensora rusa de los derechos del niño Maria Lvova-Belova por “deportar” niños de Ucrania. En pocas palabras, el Tribunal Penal Internacional quiere condenar a ambos por proteger a los niños de los bombardeos del ejército ucraniano.
Es como perseguir a Stalin por acoger a los niños enviados por la II República durante la guerra civil española.
Después de que organizaciones internacionales como la OSCE y la OPAQ se hayan desacreditado definitivamente por su flagrante parcialidad en el caso ucraniano, parece que es el turno del Tribunal Penal Internacional de autosabotearse, acusando a ambos de haber “deportado” niños, y emitiendo una orden de detención en su contra.
El Tribunal Penal Internacional no acusa a Putin de sórdidos crímenes de guerra en Ucrania, como los bombardeos de civiles y las violaciones masivas, no, lo acusa de haber enviado a Rusia a niños que, de lo contrario, habrían permanecido en territorios sometidos regularmente a los bombardeos del ejército ucraniano.
Esta institución nunca ha procesado a Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países occidentales por sus probados crímenes de guerra en Irak, Afganistán, Siria, Libia, etc. Bastó que Estados Unidos sancionara al fiscal del Tribunal Penal Internacional que quería investigar los crímenes de guerra estadounidenses en Afganistán, para acabar con cualquier deseo de justicia.
Desde 2014 en el Donbas varios cientos de niños han muerto como resultado de los disparos y bombardeos del ejército ucraniano, y varios cientos más han resultado heridos, algunos de gravedad.
El último, Nikita Safronov, de ocho años, murió en Donetsk hace solo seis días, asesinado por un proyectil de 155 mm (estándar de la OTAN) que cayó cerca del taxi que le llevaba a él y a su familia a su fiesta de cumpleaños. Si hubiera sido evacuado como los niños de los orfanatos del Donbas y de las regiones de Jerson y Zaporiya, que fueron enviados a otras partes de Rusia por razones de seguridad, Nikita habría podido celebrar su octavo cumpleaños y más.
Reprochar a Putin y Lvova-Belova que hayan hecho todo lo posible para acoger a niños fuera de la zona de guerra es totalmente despreciable. ¿Acaso el Tribunal Penal Internacional considera que las autoridades rusas deberían haber dejado a estos niños a merced de los bombardeos ucranianos?
Como ha dicho el jefe de Chechenia, Ramzan Kadyrov, para el Tribunal Penal Internacional bombardear y matar niños deliberadamente no está mal si lo hace Ucrania, pero rescatarlos es una deportación.
“Resulta que los habitantes de Donbass, incluidos los niños, debían morir bajo las bombas de las fuerzas armadas ucranianas y que no debían abandonar las zonas peligrosas bajo ningún concepto. Esto no lo digo yo, lo piensa el Tribunal Penal Internacional de La Haya. Y salvar a los niños del Donbas es calificado por ellos como deportación. Por supuesto, siempre supe y dije que en Occidente todos tenían el rabo entre las piernas por miedo a los vaqueros, pero aquí la noticia no es extraña, sino ridículamente absurda: bombardear niños no es un delito, pero salvarlos es deportación”, escribió en su canal de Telegram.
Estas disparatadas acusaciones de deportación de niños también las hizo Ucrania, cuando niños de zonas recién liberadas, como Marioupol, fueron enviados a Rusia para pasar las vacaciones de verano. Se trataba de una “deportación” de lo más extraña, porque contaba con la aprobación de sus padres, y regresaban encantados con lo que habían visto y experimentado durante esas pocas semanas lejos de la guerra.
Si semejante “deportación” de niños es un delito, el Tribunal Penal Internacional tendrá que explicar en qué artículo del derecho internacional basa su acusación contra Putin y Lvova-Belova.
El Tribunal tiene que explicar por qué nunca ha acusado a las autoridades de Kiev por deportar fuera del Donbas en 2014 a cientos de niños que o eran discapacitados, o estaban en internados, o en orfanatos por falta de cuidados y cuyos padres no fueron informados del destino. Algunos huyeron de los lugares donde habían sido internados y volvieron caminando al Donbas. Pero muchos simplemente han desaparecido del radar.
Con esta delirante acusación de “deportación” de niños, el Tribunal Penal Internacional acaba de poner otro clavo en el ataúd de las instituciones internacionales. Inútilmente, ya que Rusia no reconoce su jurisdicción, cuyo tratado no ha firmado, lo que significa que no aplicará sus decisiones. Además, Putin goza de la misma inmunidad que cualquier jefe de Estado en ejercicio.
No sólo Rusia no reconoce su jurisdicción, sino que Ucrania, que acusa de la deportación de niños, tampoco la reconoce, ni tampoco los jefes estadounidenses de Kiev.
El Tribunal ha terminado de desacreditarse y autodestruirse al declarar que, a pesar de la emisión de la orden de detención contra Putin, tiene la intención de seguir buscando la cooperación con Rusia sobre la situación en Ucrania. Así que te escupo a la cara, pero seguimos siendo amigos… Realmente esto está llegando a tal nivel de absurdo que ha llegado el momento de revisar el funcionamiento de estas instituciones internacionales pagadas con el dinero de los contribuyentes.
Christelle Neant https://www.donbass-insider.com/fr/2023/03/18/la-cpi-veut-arreter-poutine-pour-avoir-mis-des-enfants-a-labri-loin-des-bombardements-des-fau
Los niños de una escuela de Mariupol que fueron a Rusia durante las vacaciones de verano, cuentan su “deportación” al comienzo del curso escolar:
https://odysee.com/%24/embed/@donbassinsider:b/marioupol-01092022:1