El transporte público de Oslo, la capital de Noruega, ha colapsado por completo porque los 183 nuevos autobuses eléctricos de la ciudad no soportan el frío glacial. Lo ha confesado la empresa concesionaria del transporte urbano: los autobuses eléctricos no son fiables en invierno, cuando la temperatura cae a unos 12 grados bajo cero.
El ayuntamiento de la capital quería una ciudad libre de “combustibles fósiles” y los primeros autobuses eléctricos Solaris llegaron en abril por un precio de 100 millones de euros. Van equipados con baterías de 500 kilovatios, que han fallado estrepitosamente, informa el periódico noruego Nordre Aker Budstikke.
“En la estación fría, la autonomía de los autobuses eléctricos se reduce considerablemente. Las baterías se agotan rápidamente”, confiesa la empresa de autobuses urbanos Ruter. En total, se vieron afectadas unas 140 salidas.
Durante el verano todo fue bien, pero ahora las temperaturas gélidas en Oslo ejercen tal presión sobre los autobuses eléctricos que su autonomía de 250 kilómetros disminuye drásticamente.
La empresa de autobuses anunció la compra de los nuevos transportes eléctricos como una “gran victoria para el medio ambiente”. Para finales de este año tenían previsto llegar a los 320 autobuses, pero se lo están pensando mejor.