Se atropella la voluntad de los ciudadanos de una nación como Catalunya y se recurre a la voluntad de la Reina sátrapa de Lewis Carroll en «Alice in Wonderland»: «primero habrá una condena y, después, por supuesto, un juicio legal».
Hay dos clases de «hacer política»: la de fábula y la real. La primera consiste en, «nolens volens», ya que vamos hoy de latinajos, en inclinarse ante el sombrero de Gessler, aquel bailío que impuso -como un vulgar Urquijo en Euskadi, un virrey, un gobernador- a los suizos inclinar la cabeza ante la sola visión de su copete (de su gorra) encima de un palo en un camino -un portazgo, un peaje «político»– y que Guillermo Tell dijo ya te vale y luego pasó, ya saben, lo de la manzana y su hijo y la flecha de su ballesta de reserva para cargarse al bailío si tuviera la mala fortuna de, involuntariamente, matar a su hijo.
Eso es la Constitución española y así la hacen entender: como el sombrero de Gessler.
Pa' que dentre. ¡Y.. una vez ajustada la óptica.. coño facemos? Pro mi parte propuestas sí que he aportado, pero…
(Véanse mis: "Propuestas Políticas para la Construcción del Futuro" en mi: "Guía Política Antifascista".)