Gates es otro de los personajes execrables del mundo en que vivimos. Pasa el tiempo concediendo entrevistas, en las que -como buen tarado- no se cansa de predicar el malthusianismo, el santo y seña de las seudociencias modernas.
Los periodistas nunca le preguntan por su otro monotema, las vacunas, y la contradicción que eso supone con el anterior: si hay población excedente en este mundo, ¿por qué no dejar que se muera en esta pandemia?, ¿por qué gastarse el dinero en vacunas para salvar a toda esa chusma sobrante?, ¿no será mejor aprovechar el momento para acabar con ellos?
Sin embargo, no es así: Gates quiere acabar con el excedente poblacional y, al mismo tiempo, vacunarlos a todos y, mientras no pasen por al aro, lo mejor sería prohibir que se reúnan, como dijo la semana pasada en una entrevista en la CBS: después de esta pandemia nadie debería volver a reunirse ni salir a la calle sin haberle inyectado la vacuna previamente (1).
Gates no sólo impulsa un proyecto de vacuna contra el coronavirus, sino siete (2). No sólo financia equipos sanitarios a lo largo y ancho del mundo, sino que es el verdadero jefe de la OMS. Él es quien ha puesto al etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus al frente de dicho organismo. Por primera vez, de la salud se encarga alguien que no es médico.
Él es el rostro humanitario del imperialismo, como lo calificó Geopolintel hace ya once años (3); es quien pone las pandemias y quien las cura, un pionero que abre nuevos mercados donde antes no los había.
Personalmente Gates tiene el control de la NAB en India, el organismo que impuso un nuevo programa de erradicación de una “epidemia” erradicada: la polio. Antes de llegar a los cinco años, a cada niño indio le administran 50 vacunas, con la consecuencia sabida: en lugar de curar nada, los niños enferman y la “epidemia” se convierte en el cuento de nunca acabar.
En India, Gates llevó la polio a medio a medio millón de niños, hasta que en 2017 el gobierno cerró el programa criminal. Hasta la propia OMS lo tuvo que admitir así: tres cuartas partes de los casos de polio en el mundo tienen su origen en la vacuna de Gates. De no ser por ella, hace tiempo que la polio habría sido completamente erradicada.
En 2014 Gates financió la experimentación de una vacuna de las multinacionales GSK y Merck contra el VPH, Virus del Papiloma Humano, en 23.000 niñas en India. Siete de ellas murieron, unas 1.200 sufrieron graves efectos secundarios, sobre todo problemas de fertilidad.
Una investigación del gobierno indio acusó a los sicarios de Gates de “violaciones éticas generalizadas”, de presionar a las mujeres pobres de las aldeas para que participaran como cobayas, de intimidar a sus padres, de falsificar los formularios de consentimiento y de negar la atención médica a las niñas que enfermos. El caso está ahora en el Tribunal Supremo de India.
Las vacunas de Gates son un medio de esterilización de la población del Tercer Mundo. En 2010 prometió 10.000 millones de dólares a la OMS para reducir la población mundial inyectando nuevas vacunas de forma masiva. En una entrevista con Ted Talk admitió públicamente que las nuevas vacunas “podrían reducir la población”.
En consecuencia, las vacunas de Gates no tienen por objeto promover la salud sino la enfermedad, la muerte y la esterilidad.
(1) https://youtu.be/4X-KkQeMMSQ
(2) https://thenextweb.com/hardfork/2020/04/06/bill-gates-to-fund-7-coronavirus-vaccines-for-quicker-results-likely-wasting-billions/
(3) Bill Gates, apóstol del imperialismo humanitario http://www.geopolintel.fr/article43.html
Más información:
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